18 junio 2018

MotoGP 2018. Lorenzo gana 1 a 8 a Domenicali... porque esto es MotoGP, no fútbol. Parte 1: "Odio" y "Lorenzo vs Yamaha"

La cara de Claudio Domenicali (alias Mr. Burns) al final del GP de Cataluña era un auténtico poema... como si para tragar la bilis que le subía del estómago tuviera que chupar un limón todavía verde. Jorge Lorenzo le había ganado 1 a 8 en este juego que no es fútbol, sino MotoGP, por lo que con ese resultado el victorioso era el español. El 1 es la posición de Jorge en el Gran Premio, otra victoria incontestable esta vez con Marc Márquez dandolo todo para intentar evitar lo inevitable: que "el martillo" golpeara vuelta sí, vuelta también. Y el 8 fue el resultado que logró el preferiti del señor Domenicali, Danilo Petrucci... sí, el que el año que viene tiene que sustituir a Lorenzo.

ODIO
Mi admirado Dennis Noyes nos contaba en los ochenta que los buenos pilotos deben odiar a alguien… deben tener un objetivo donde canalizar su energía, su determinación. Él, que vivió durante muchos años en “el interior” del Mundial, lo vio estudiando a los grandes, a los que tienen más de un título. Piensalo si tienes años de carreras vistas y verás que siempre ha sido así. Podemos pensar en Rainey-Schwantz, Doohan-Crivillé, Rossi-Biaggi, Rossi-Stoner, Lorenzo-Pedrosa, Lorenzo-Rossi… mil ejemplos. Yo creo que no es sólo para canalizar la determinación, también con ello presionan al rival, que a veces llega a ceder, como se vio con la rivalidad Rossi-Gibernau. Y más, esa focalización hace que si hay otros candidatos al título se vean ninguneados, considerados “no a la altura de ese odio”. Buscando en uno de aquellos grandiosos artículos de Noyes (podéis leerlo en Cinta Americana, el libro; página 81) os cuento
esta: 
A finales de los ochenta, principio de los noventa, dos pilotos se odiaban a muerte: Wayne Rainey y Kevin Schwantz. Su enemistad era legendaria, venía ya de niños, de carreras infantiles en EE.UU. Tanto era así que en el GP de la República Checa de 1993 hubo una discusión muy agria entre ellos porque, sencillamente, Schwantz fue a recriminar a la joven promesa fallida John Kocinski una fea pasada en entrenamientos. Kevin no dudó en meter su Suzuki en el box de Cagiva para que little John no se escapara de su reprimenda. Eso llegó a oídos de Rainey, quien no dudó en esperar a final de la tanda de entrenamientos a Schwantz y ahí comenzó una trifulca con golpes de carenado, puños en alto y palabras obscenas. Noyes, años después, le preguntó el porqué del altercado y Wayne fue muy claro: "Quería dejarle claro a Kevin que conmigo no tenía nada que hacer y tampoco me gustaba verle perder el tiempo con John ¡a quien tenía que odiar es a mí!"
 Cuando Rainey tuvo la desgracia de tener el accidente que le postraría en una silla de ruedas, Schwantz ganó el mundial gracias a la ventaja de puntos que tenían los dos ante los demás. Al año siguiente abandonó a mitad de temporada. Tantos años focalizado en Rainey, en batirle en cualquier lugar, le hicieron perder la intensidad, la determinación, al faltar éste.

LORENZO vs YAMAHA
Jorge Lorenzo es un tío que, desde luego, ha demostrado durante estos años que sabe canalizar ese odio hacia el enemigo adecuado.  Cuando llegó a MotoGP se encontró que en Yamaha tenían a un piloto estrella, Valentino Rossi, y él simplemente tenía que foguearse y aprender… pero sin molestar demasiado a Valen, sólo sumando puntos para ayudar a lograr también el título de constructores. Pero Lorenzo, dos veces seguidas campeón de 250cc, tenía claro que subía a MotoGP a ganar, sin dilación, sin esperas. Rossi, que pensaba –con razón sin duda- que su máximo rival era Casey Stoner, vio que tuvo que variar el objetivo de su odio… o más bien repartirlo, porque a su lado tenía otro potencial enemigo. Fueron los meses de “el muro”, de bloquear los datos de telemetría y negarle categóricamente rueda en entrenamientos. 
Lo bueno es que todo eso a Lorenzo no sólo no le desequilibró, sino que le sirvió de estímulo: tenía a quien odiar, tenía un objetivo: ganar a Rossi. Aprendió “él solito” a poner una MotoGP a punto, adaptarla a su estilo suave de paso por curva alto. No dudó en continuar en Michelin mientras Rossi daba un salto al vacío apostando por los Brigdestone que hicieron a Stoner campeón de Mundo con Ducati.  Siguió su camino, con el objetivo claro de ganar al máximo rival: el que comparte el otro lado del box. Y mejor, llegaron los títulos, Rossi tuvo que abandonar Yamaha para intentar lo difícil con Ducati… y después de dos años Yamaha recibió con honores el retorno del hijo pródigo. Tanto que ningunearon a Lorenzo pintando motos como las de Valen, llevaron al italiano a presentaciones de motos nuevas y no a Lorenzo ¡que era el campeón vigente de MotoGP!, y cedieron derechos de marketing a VR46… todo para Valentino.
El resultado fue que Lorenzo aumentó su odio, su determinación, y siguió ganando. Los últimos tres títulos mundiales de Yamaha son suyos. La última carrera que hizo con la marca, GP de Valencia 2016, ganó, demostrando que Yamaha se equivocaba dejándolo de lado, empujándolo a salir, a favor del glamuroso y rápido, pero quizás ya no lo suficiente, Valentino Rossi. Y ese error se ha repetido de nuevo.

Sigue aquí:  

Lorenzo gana 1 a 8 a Domenicali... porque esto es MotoGP, no fútbol. Y parte 2: "Lorenzo vs Domenicali" y "Lorenzo vs Márquez"






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