17 octubre 2017

CON EL "A DE PLATA" EN EL BOLSILLO. 55- La compra de "la Montesa 648". 1: Recoger, buscar... perder

Miré un día la fecha del carnet de conducir, y me di cuenta que hace más de veinticinco años que aprobé el permiso importante, "el de moto", el A (en aquella época, A2). Así que me he propuesto daros un poco la brasa y contaros manías y anécdotas que me han ocurrido durante este tiempo. ¿Hasta cuando?... no lo sé, según me vaya acordando (algo difícil con este cerebro cada día más reblandecido que tengo)... o cuando digáis basta.

55- La compra de "la Montesa 648". 1: Recoger, buscar... perder
Hay gente que tiene la gran suerte de poder estrenar la moto que quiere. Simplemente se plantea cual le gusta, saca el dinero del banco (sea por ahorro o por préstamo) y ¡a la tienda!. En unas horas una flamante moto nueva a su disposición.

Entrada al pueblo de Montesa, en la provincia de Valencia.
Sí, amigo lector, de aquí viene el nombre de la marca de motos
Bueno, pues eso de estrenar sólo lo he podido hacer dos veces en mi vida, y la última fue en el año 1991... quizás ni habías nacido, amigo lector. Desde entonces sólo he adquirido otras dos motos -de segunda mano-, más la Bultaco Frontera que me regaló Lionheart: muy pocas motos para tantos años... eso sí, el garaje siempre ocupado. Vamos, que cuando compro una moto no soy para nada precipitado: me planteo muy mucho para qué la quiero, busco qué modelos me podrían servir, de ellos cual es más bonito -o barato, que también- y a buscar en el mercado de segunda mano.... a ver si tengo suerte y puedo comprar la que quiero, porque ya me pasó una vez que tuve que cambiar mi planteamiento. Y después a disfrutarla durante muchos años... muchos. Es lo bueno de tener clarísimo qué moto quieres. 😄
Bueno, pues tanto es mi cálculo, mi análisis, que acabo de comprar una moto -de segunda mano, para no perder la costumbre- y "sólo" he tardado año y medio en decidir cual...


Planteando un cambio de moto...
Mediados de 2012. Con la DR-Big por Mérida (Badajoz)... desde Valencia "del Cid"
A ver, realmente no ha sido así. Pero sí debo de poner los finales de enero de 2016 como punto de inicio, cuando me decidí a poner en venta la Suzuki Garbí 750 con la que disfruté primero como DR Big, luego transformándola y al final gozando de su singularidad. La cosa está en que había cambiado mi estatus familiar, acercándome a los 49 comenzaba a no apetecerme tanto ir con una moto de casi 200 kg y neumáticos lisos por montaña (más desde la caída del año anterior) y que, la verdad, me apetecía volver a viajar. Sí, no muy lejos, pero comencé a tener la necesidad de "salir de la provincia". La Garbí no iba mal, pero como descubrí unos años antes en un viaje de una semana a Mérida, nunca me encontré cómodo llevando un gran monocilíndrico a alta velocidad mantenida por autovía. Amigos míos (sobre todo Andrés "el pesao") recorrieron sin miedo la península y más allá con sus valientes DR Big, pero... yo no me siento cómodo, pienso en desgastes, consumo de aceite, fatiga
de materiales... Y así como en curvas no dudaba en estirar el motor hasta cerca de la zona roja, llevar el motor a 6.000 -o más- rpm mantenidas me daba cosa. Además, ni la -mínima- pantalla de la Big, ni la más cumplidora de la versión mk5 de la Garbí, me daban la protección ante largos viajes que mi sufrido cuello comienza a necesitar. Y eso por no hablar del asiento, que no dudaba en agotar su elasticidad ante mis más de 110 kg. Vamos, que pese a lo que me dolía sólo pensarlo, había que vender, había que cambiar de aires.


Cambiar de aires... ¿hacia qué?
La "648" a los pies del castillo donde se creó en 1317 la Orden de Santa María de Montesa
Ya he dicho que tenía la necesidad de una moto con capacidad para viajar más o menos cómodo, pero también soy de los que necesito una moto "dinámica", que en curvas se comporte con dignidad. Por ello RR's, custom y scooters quedaban eliminadas: la cosa apuntaba hacia una trail, una SUV, o una asfáltica sport-turismo. En cuanto a motor más de 500cc y menos de 1000cc (por impuestos y seguros); más de 50cv pero sin pasar de 90cv... ni me hacen falta ni puedo mantenerlos por desgastes, amén que me pico con mi sombra, así que sin excesos de motor. Mínimo dos cilindros: mis dos últimas motos han sido monocilíndricas y creo que ya he cumplido. Eso sí, las cuatro cilindros se me antojan nerviosas y, sobre todo, con un sonido que envenena al subirlas de vueltas... peligro con ellas en mi caso. Además quería una moto "del Siglo XXI", así que inyección electrónica y ABS se me antojaba obligado. 

Con estos mimbres, y el presupuesto que manejaba (unos 4.000 euros) todo apuntaba hacia una Suzuki V-Strom 650, aunque la verdad es que en mi opinión se cotizan demasiado altas. Quizás una BMW R 1100 o 1150 GS, pero lo mismo: carísimas y cargadas de kms. En cuatro cilindros sí tenía Yamaha Fazer 600, Honda CBF 600 S o Suzuki Bandit 650 S... incluso por el dinero de una V-Strom tenía varias Bandit 1250 S con pocos kms. ¿Seguiría en el mundo trail o me cambiaría al asfalto puro?


La revisión de Hacienda y la más triste de las desgracias
En diciembre, de pronto, un jarro de agua fría: Hacienda me pide revisión de las dos últimas declaraciones y un gestor me lo dejó claro, no estaba haciendo bien las cuentas de desgravación de la hipoteca. El problema es que Hacienda no me reconocía absolutamente nada y las cuentas del gestor salían un 48% desgravable.... una diferencia que pasaba de tener que devolver unos 2.500 euros a justo el doble. Vamos, adiós no sólo a la moto, también a mis ahorros si todo salía mal.


Peor que eso fue que a inicios de enero faltó Elvira, "Elli"... mi madre. Después de tanto esfuerzo, por desgracia nos dejó. Una pena y un hueco en el corazón que jamás se cerrará. Como comprenderéis, que justo esa semana me saliera comprador para la Garbí después de casi un año me dejó frío. Vino, le gustó, firmamos los papeles y la blanca Suzuki salió de mi vacío garaje. Vacío como mi corazón. Solo la compañía inquebrantable de Mari Luz, mi pareja, y de la familia y amigos me hicieron seguir... había que seguir.


En abril otra moto llenó el garaje: la humilde pero valerosa Honda CB 250 two fifty amablemente cedida por mi amigo Armando-la. Me la dejó con un simple "es tuya". Estamos en octubre y ahí sigue, sin pedir absolutamente nada más que gasolina y que la use. La verdad es que no le he hecho muchos kms porque no me siento seguro con ella, pero como conté hace unos meses no es por la voluntad ferrea de la cuarto de litro, sino que su dura vida anterior le hace difícil lidiar con un berraco de 110 kg. Pero ha servido de escuela para mi hijo Rubén, para por fin poder salir con mi amigo Juan y, sobre todo, para que mi Mari Luz comenzara a conocer como es el mundo-moto.


¿Cómo? ¿Que realmente has llegado hasta aquí? ¿Y quieres seguir aguantando rollo para que te diga qué moto he comprado? 

Pues nada, mi más sentido agradecimiento, sufrido lector. Para ver el resultado sólo tienes que pinchar en este enlace:

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