SUEÑOS DE ADOLESCENTE (5 de 9)
Ponte
en situación: nací en 1967, por lo que cuando compré mi primera revista
de motos en 1981 yo tenía catorce años. Cuando compré mi primera moto
“de verdad”, una Suzuki GS 500 E (después de un Vespino y una Vespa), ya
tenía veintidós. Y durante esos años hubieron una serie de motos que
por un motivo u otro marcaron mis sueños de adolescente, unos
realizables, otros totalmente inalcanzables. Y esta es una de ellas:
Honda XL 200 R (83) (Realizable)
Cuando escribí sobre la Impala-2
175, me referí a mi búsqueda de moto cuando me saqué el carnet A-2 (hoy
en día A a secas). La Montesa era mi primer objetivo... pero el
segundo, la moto que me tenía robado el corazón y era asequible a mi
bolsillo de segunda mano (ya estaban a la venta unos años) era la Honda XL 200 R.
Realmente, la única que sí se ajustaba a mi bolsillo era aquella XL 125
con dos amortiguadores súmamente inclinados que fue de las primeras en
venir oficialmente a España cuando la marca compró Montesa... pero por
estética, por el Pro-Link y por motor, la 200 le ganaba por goleada.
Aquella pequeña Honda tenía, para mí, un estilo "XR"
(que no venían a nuestro mercado) que me tenía prendado. Eso sí, en
color rojo y asiento negro, colores de cross, y no la blanca-azul que
salió posteriormente, que cromáticamente no me gustaba nada. Y tampoco
me gustaba su hermana la XL 200 P-D con su enorme depósito con colores del equipo oficial del Dakar.
No.
Para mí era la roja. Simple, económica, y una trail para perderme por
cualquier sitio. Una idea que tenía que haber puesto en práctica ya
entonces y no haber comprado una (queridísima, eso sí) Vespa 200. Mi vida hubiera sido, seguro, muy diferente...
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