Unos días de descanso pascuero... pero no dejamos de publicar. Por si te lo perdiste:
Parte 2 de 3
El espectáculo menguaba de una forma dramática, así que Dorna trazó un plan: lograr que, sin dejar de ser "lo mejor del mundo" (entiéndase "mejor que W-SBK"), MotoGP fuera más barato para atraer a nuevos fabricantes, asentar a los presentes e intentar que los equipos privados no desaparecieran. En el plan se atacaba lo más caro: neumáticos, electrónica y revoluciones. Con los neumáticos se llegó a una solución salomónica: un acuerdo con Brigdestone les permitía ser los suministradores únicos del campeonato. Poner un límite conservador de rpm haría que los motores fueran mucho más económicos. Y el hacer que tanto el hardware (lo físico, los chips y cables) como el software (la programación) fuera el mismo para todos haría que, simplemente, las fábricas ya no tuvieran que invertir las -brutales- cantidades de dinero que gastaban en eso. Con ello las fábricas nuevas tendrían más oportunidades de acercarse con facilidad a las consagradas, y los equipos privados podrían alquilar motos más económicas y, además, más cercanas a las oficiales, por lo que podrían volver a atraer a patrocinadores. Todos ganaban... o eso pensaba Dorna.
El problema surgió cuando la MSMA, la asociación de fabricantes de MotoGP, vetó la idea que les correspondía (los neumáticos únicos sí se instauraron en 2009). Como os he escrito antes, la mayoría de los fabricantes -sobre todo los grandes- están más en las carreras para aprender y desarrollar tecnología que para ganar en sí. Y claro, si les limitabas las rpm ya no se aprendía nada al no llevar un motor a su límite e intentar superarlo. Si les imponían un hardware único ya no puedo desarrollar sus propios componentes. Y si les prohibían usar su propio software ¿cómo iban a aprender a solucionar problemas, como iban a intentar sorprender a sus rivales? Cada uno por su razón, los fabricantes dijeron claramente NO a la propuesta. Y encima con amenazas: tanto Honda como Suzuki dejaron muy claro que se retirarían de la máxima
competición. Suzuki al final sí lo hizo al acabar 2011, pero el problema era Honda, que esa temporada alineaba seis de sus RCV entre apenas 17 motos. Si se iban, dejaban a MotoGP prácticamente muerta.
Dorna no se amilanó. El acuerdo para 2012-2017 fue duro, muy duro, pero la empresa española desarrolló una estrategia que le permitiera controlar ellos MotoGP, no la MSMA. Cedieron en no poner un límite de revoluciones, pero si que lograron imponer que, ya que la cilindrada volvía a los 1000cc, que todos los motores fueran de cuatro cilindros, que cada piloto sólo pudiera usar cinco motores, y que el diámetro de los pistones fuera un cercano a la calle 81mm. Con ello, junto a un depósito de 21 litros, se contentaba a los fabricantes (seguían invirtiendo en tecnología, ahora para que los motores hicieran más kms, y en electrónica) y Dorna también lograba frenarlos un poco.
Un motor de calle es más grande, pesado y lento que un proto de MotoGP... pero era mejor que nada |
2012-2017. CRT y Open: la jugada maestra de Dorna
CRT: motor "de calle" en una moto prototipo |
Pero había más. Con las CRT en pista Dorna demostró que había espectáculo más allá de los fabricantes... por lo que pudo volver a encararse con ellos, esta vez con ventaja. La amenaza de retirada por parte de algunos miembros de la MSMA se diluyó porque, tal como se demostró en Moto2, el llevar en el depósito una marca no era primordial. Si se retiraban... pues adiós: de las complejas MotoGP se pasarían a las económicas CRT con motores "de calle" y listo: el campeonato sobreviviría con o sin fabricantes. Dorna había conseguido una posición de fuerza en su lucha.
Open: prototipo puro con hardware y software Dorna |
Ducati estuvo probando en serio una versión Open para su equipo de fábrica... un pulso con el que ganó privilegios |
Igualdad entre las fábricas, dinero para los equipos privados
Aprilia, Suzuki y KTM aprobaron el cambio de reglamentación adelantando su retorno a MotoGP |
Pero sabían que eso podría volver a inclinar la balanza de fuerzas hacia las fábricas, así que prosiguieron con su estrategia. Aprovechando la llegada de las plataformas de TV de pago a Europa subió de una forma clara el precio de los derechos de retransmisión... y esas plataformas lo pagaron. Dorna tenía claro que el dinero que se ganaba llenando circuitos era variable, pero las TV aseguraban un ingreso suculento y fijo a principio de temporada. Y con ese dinero Dorna se metió en el bolsillo a los equipos privados al sufragarles el gasto de las motos: de 800.000 € por piloto pasó a pagar 2.800.000€. De pronto los equipos privados podían disponer de motos buenas, cercanas a las oficiales.
Así que en 2016 se produjo el tercer cambio del quinquenio. Se eliminó la categoría Open y con ello sus privilegios. Todas las motos pasaban a ser prototipos puros de nuevo, eso sí, con hardware y software únicos. 22 litros para todos. Los neumáticos cambiaban de suministrador, volviendo Michelin. Los equipos privados tenían dinero para motos buenas, cercanas en muchos aspectos a las oficiales. Dorna alentaba a dichos equipos privados ofreciendo minutos de pantalla y potenciando su "liguilla particular"... aunque algunos tuvieran en sus filas pilotos oficiales con motos oficiales. 2016 y 2017 iba a servir para que todo "se rodara" y lograr la estabilidad que se había perdido... dominando Dorna, eso sí.
Continúa aquí:
Dorna y MotoGP: comienza el ¿decisivo? cuarto quinquenio (historia de la evolución de la categoría) -parte 3 de 3-
Todos mis envíos largos: LOS ESPECIALES DE MIGUELXR33
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