Operación Verano.
Lo siento chicos y chicas, pero uno de los problemas graves de no tener un portátil es no poder escribir para vosotros. Además, que entenderéis que algunos estamos de "vacaciones"... esto es, los niños lo están, y los padres tenemos que cuidarlos. Así que difícil lo tengo para escribir.
Pero bueno, aprovechando que cuando iniciamos Voromv nos leía poca gente... ¿porqué no "desempolvar" mis primeros envíos? Así que permitirme la osadía y haré como en las cadenas de televisión: reposiciones para verano.
Nos leemos de nuevo (y con nuevo) en septiembre.
5 de 5- El final y el nuevo principio.
El motor es un auténtico sonajero, hace unos ruidos que jamás imaginé, una agonía metálica, gruñidos, chirridos, explosiones… pero no se clava. La meta, a apenas dos curvas. ¡Un último esfuerzo, venga!
De repente, soy consciente de algo que jamás esperé. El público está de pie… ¡me están aplaudiendo! Pilotos que no conozco me hacen gestos de ánimo al rebasarme, indicándome que no pare.
Cuando enfilo la recta después de la última curva, veo a todo el pit lane subido al muro, gesticulando, aplaudiendo, haciendo bocina con sus manos. ¡Todo por mí!
No he querido ensuciar más, y apenas he pasado al Comisario con su bandera ajedrezada ondulando sobre mí, he parado en el lateral, apoyando la moto en el muro. El motor trepita con un totalmente inestable ralentí, parece que se estabiliza… y se para, con un triste gemido metálico, mientras observo como su fluido vital humea en la quilla que oficia como bandeja de recogida.
Oigo unos gritos, alguien me toca desde el otro lado del muro ¡es mi equipo! Y, para mi sorpresa, también hay gente de otros grupos felicitándome, dándome palmadas en la espalda o los hombros. No he ganado jamás una carrera, tampoco lo he intentado con ganas, pero no creo que te sientas mejor de lo que lo hago yo ahora. Por un momento, tengo un pensamiento de lástima por los triunfadores de hoy… creo que yo tengo más gente felicitándome que ellos…
De una forma totalmente espontánea, nos hemos juntado para comer un montón de equipos y conocidos, todos aficionados con la única aspiración de terminar… y si sale un buen resultado, mejor. El piloto de mi lado derecho ha logrado llevar su moto a un meritorio séptimo puesto y primer “aficionado”, todo un éxito en este mundo donde algunas motos de equipos potentes valen el doble de nuestro presupuesto completo.
Un comentario del hombre que charla con Jorge, nuestro jefe de equipo, me hace “poner la oreja”:
-“¿Vais a participar en la prueba del Mundial de dentro de seis semanas?”
Jorge pone una cara mezcla de pena y de jugador de póker -“¿El Mundial? ¿Con el motor roto? Imposible. El presupuesto ya lo teníamos muy apurado para la última del Nacional, y la reparación se lo va a llevar todo. La próxima carrera tendrá que ser el año que viene.”
–“De eso nada” dice el desconocido “vosotros representáis el espíritu del “equipo amateur”, nos representáis a todos, y sea como sea debéis estar allí. Si no os falta mucho dinero, yo puedo aportar un poco patrocinándoos mi empresa. Y en cuanto al motor…” de repente se dirige al hombre que tiene dos asientos más allá “¿no te entró al desguace esta semana un siniestro del modelo con el que corren ellos? Pues prepárame el motor y ya haremos cuentas” Mira a Jorge, nos mira a todos: “Bueno, ya tenéis dinero, ya tenéis motor. Ahora os toca a vosotros ponerlo todo a punto. Ya sabéis que no importa si llegáis los últimos, pero tenéis que pasar por meta, como hoy… porque no os echaréis atrás ¿verdad?”
Nos miramos. A Jorge los ojos le brillan con la ilusión de una nueva carrera. A Paco, con la idea de preparar el nuevo motor y ajustar la moto. A Pedro y Toño, con el reto de enfrentarse a pilotos mundialistas. Y yo… bueno, tengo seis semanas por delante de machacarme en el gimnasio, de algo de dieta, y de las palizas que nos va a pegar Jorge entrenando relevos en su karting con las Super-Motard.
Porque correr una prueba del Mundial no lo hace uno todos los días ¿no?.
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