La verdad es que las Vespa a mediados de los 80 estaban MUY de moda, sobre todo en España e Italia. El final de los 70 había barrido las marcas clásicas europeas a favor de los japoneses y lo que teníamos aquí apenas sobrevivían compitiendo en Trial, Enduro y Cross... además de preparaciones para las miles y miles de Vespa que habían rodando por nuestras calles y carreteras. Todavía recuerdo en el escaparate de una tienda Vespa de Valencia (hoy en día desaparecida) un pepinazo con el motor subido a 230cc, cuatro transfers en cilindro de aluminio, doble carburador, cambio de ¡cinco! velocidades, freno de disco delantero, amortiguadores con botella separada, refuerzos en el chasis...
Así que os podréis imaginar qué he sentido cuando el amigo Sergio Cobo nos enseñó en su MasMoto la Vespa que os traigo hoy: ¡un agradable escalofrío!
Imaginar que tenéis tiempo, material, conocimiento, una Vespa y un motor Husqvarna de 360cc dos tiempos que, con un poquito de maña, sube hasta unos excitantes 55cv. Ahora pensar que decidís hacer de Doctor Frankenstein y lo unís todo... pero funcionando. Bien, pues eso es lo que ha hecho Marek Nachlik con su "Ten Inch Terror" (10
pulgadas de terror... habla de la medida de las llantas).
Si os planteáis hacerlo vosotros, os aconsejo que traduzcáis esta página donde Marek cuenta cómo ha hecho la transformación. Ya os adelanto que tiene muchísimo trabajo, pues prácticamente se ha tenido que modificar todo... y digo TODO.
La primera idea fue, lógicamente, la de acoplar un motor mucho más grande en una Vespa PX (las últimas de "chasis grande"). Así que buscó un motor que le valiera, y encontró a buen precio -y con facilidad de recambio- un Husqvarna WR 360 de enduro. El propulsor iba a dar, lógicamene, varios problemas: no estaba en muy buen estado y hubo que rehacerlo por dentro, necesitó un escape específico para no perder rendimiento, hubo que diseñar un reenvío por cadena para poder arrancarla y el cambio necesitó de un sistema de accionamiento por motores eléctricos... que obligaron a modificar el alternador de enduro por una de corriente continua.
Sí, tenía el motor pero con ese tamaño sólo podía ir bajo el asiento así que ¿como transmitimos la potencia a la rueda? Marek se puso a buscar y encontró un cubo de rueda de Honda 750 de aquellos "comstar" en que la llanta se unía al cubo por medio de varillas atornilladas.
Así consiguió poder acoplar una corona (por el lado derecho) y el freno de tambor Honda. Para que la rueda tuviera movimiento se modificó el basculante de una Yamaha XS 400 y se hicieron anclajes específicos en el bastidor. El amortiguador sólo podía colocarse en un sitio: bajo el motor.
Todo esto hacía que el chasis tuviera que "perder" su parte superior y con ello su función monocasco resistente... había que reforzar, y bien, todo el "túnel" central para darle la rigidez no sólo perdida, sino también la que iba a necesitar con el aumento de prestaciones.
Llegamos a la parte delantera.... pero antes miremos de nuevo atrás. Con el gran tubarro por el lado izquierdo y con los reenvíos de arranque las tapas laterales PX no eran suficientemente grandes. Así que eligió las de un modelo más antiguo, las Rally. Claro, ya que la trasera quedaba muy "oldie" la delantera no podía ser menos... así que se sustituyó todo el frontal por el de la Rally.
Detrás del escudo tenemos otra de las bellas ideas de Marek. Con el motor bajo el motor, con los laterales "rellenos de piezas", con el túnel central reforzado... ¿donde ponemos la gasolina? Pues bien, modificó el cofre porta-cosas para hacerlo estanco y albergar ahí el combustible necesario. Como podéis imaginar, una bomba de gasolina fue obligatoria.
Llegamos a la dirección. La barra al principio iba a ser la de una Vespa Cosa por motivos de rigidez, pero quedaba "demasiado moderna". Así que volvió a la de la Rally. El freno de disco obligaba a un anclaje para la pinza, pero es algo que Marek ya había diseñado para otro proyecto anterior, así que fue relativamente fácil acoplarlo todo.
El proyecto ya iba cogiendo forma. El motor ya estaba listo, recibía combustible, respiraba por el tubarro hand-made y era refrigerado por un radiador colocado bajo la chapa, a forma de quilla. El cambio era accionado por un sistema Klicktronic, muy empleado en karting o en preparaciones para moteros con taras físicas. Los frenos parecían suficientes si no quieres entrar en un circuito. La rigidez lo mismo. La estética mezclaba lo moderno (relojes digitales, faro delantero led, óptica trasera diminuta) con lo clásico (frontal, manillar, tapas traseras de Vespa Rally), acentuado aún más con esa bella y clásica pintura de las primeras "avispas" de 1946. El
remate era un asiento que, ya que tenía que ser modificado (el bastidor queda 10cms más largo por arriba) adopta una forma de "colín-tope" que encaja a la perfección con la caída de la zaga. Vamos, que será un monstruo, pero es bello y no un conjunto de piezas "dejadas caer". En este caso Frankenstein se ha lucido para bien. Hasta esas pegatinas frontales estilo película de terror de los 60 quedan graciosas...
Lo mejor de todo es que, además de ser agradable a la vista y al oído ¡¡funciona!! Y muy bien al parecer. Sólo oírla subir marchas en el vídeo ya acelera mi pulso... no me imagino lo que debe transmitir cuando entren los 55cv impulsando apenas 145kg. Una gozada, sin duda. Disfrutar de las siguientes fotos... hasta parece modosita y todo...
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