Da una vueltecita con tu moto... y alegra el alma.
Has desayunado con la radio, todo es hablar de lo mal que está la situación.
Luego llegan los problemas del trabajo. No tienes y el fin del desempleo está cerca. Tienes, pero cada vez hay más recortes de sueldos y empleados.
En casa revisas las facturas, intentas encajar el mismo puzzle de todos los meses: pago esto, y esto otro, esto tendrá que ser para el que viene... Habrá que eliminar esto y esto...
Te plantas ante el ordenador, intentas pensar qué escribir, qué contestar... muchos lamentos, muchas angustias... así no hay quien escriba.
Y entonces vuelves a pensar en ella. Los neumáticos están para cambiar hace ya muchos kms. El aceite, lo mismo. El kit de transmisión apenas aguanta otra tensada más. Y el depósito, a medias.
A medias... suficiente para una pequeña vuelta.
¿Por qué no?
Bajas a verla. Ahí está, con una fina capa de polvo... esperemos que arranque bien. Un par de toques y con un irregular ralentí toma vida. Cierras la chaqueta, ajustas el casco, te pones los guantes. Y das gas.
El recorrido, corto y simple. A ver como van las obras de ampliación de la autovía cercana. O a darle la vuelta a la nueva urbanización del pueblo de al lado... esa que se ha quedado sin terminar. Quizá a intentar descubrir a donde lleva esa sendita que ves cerca de la vieja fábrica desde hace años. O una vuelta por esa zona que tanto te gusta, donde empalmas un buen puñado de curvas. Quizá un paseo por la ciudad hasta la tienda con inmenso escaparate donde ves atender a sus clientes esa persona que te llama tanto la atención...
Así pasas el rato, un rato corto, en un recorrido corto... ¿quince, veinte, quizá treinta kms.? Apenas tres Euros de combustible. Apenas un poco más de desgaste.
Pero notas que ha valido la pena. Tu alma nota que ha valido la pena. Paz, tranquilidad, euforia.
Subes a casa, después de acariciar a tu compañera, y te pones delante del ordenador:
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Date una vueltecita con tu moto... y alegra el alma.
Has desayunado con la radio, todo es hablar....
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