04 noviembre 2011

CON EL "A DE PLATA" EN EL BOLSILLO. 20- Mis primeros -más de- 200 kilómetros / hora

Miré un día la fecha del carnet de conducir, y me di cuenta que hace más de veinticinco años que aprobé el permiso importante, "el de moto", el A (en aquella época, A2). Así que me he propuesto daros un poco la brasa y contaros manías y anécdotas que me han ocurrido durante este tiempo. ¿Hasta cuando?... no lo sé, según me vaya acordando (algo difícil con este cerebro cada día más reblandecido que tengo)... o cuando digáis basta...


20- Mis primeros -más de- 200 kilómetros / hora...
Si recordáis mi historia ¡¡¡Velocidades Siderales!!! yo admito que he ido a más... mucho más... de 200 kms/hora, pero que no ha sido cuando más miedo he pasado en mi vida.
Hoy la anécdota vendrá relacionada con esta mágica cifra. “Más de 200” siempre ha sido la barrera entre el valiente y el cobarde, entre el atreverse o el rajarse, entre el bien y el mal. Por suerte, la generación siguiente a la mía -la de menos de 40- ha disfrutado casi desde el primer momento de motocicletas y más de un coche que no solo alcanzan esa velocidad, sino que además lo hacen con seguridad... que es lo más importante. El problema viene cuando una gran mayoría no está capacitado para conducir a esa velocidad... pero ese es otro tema.

En esta foto estoy con los anónimos motoristas que pararon a auxiliarnos. Uno de ellos
es el que me dejó la CBR... pero no sé cual. De todos modos ¡¡¡muchas gracias!!!
Todo ocurrió en 1991, volviendo de una concentración con los chicos del Moto Club. En uno de los desvíos, uno de mis acompañantes no tuvo otra feliz idea que caerse, destrozando la moto y causando lesiones -por suerte no muchas- a la chica que luego sería su mujer. En aquella época, sin móvil, sin grandes redes de asistencia técnica, lo de la ayuda motera era “de caballeroso cumplimiento” y, como podéis imaginar, pararon muchos motoristas. Poco podían hacer, pero su compañía y charla era perfecta para quitar de la cabeza malos pensamientos mientras llegaba la grúa.

Uno de estos motoristas anónimos comenzó a decirme que no entendía como podía ir con una moto tan pequeña (mi querida Suzuki GS 500 E) siendo tan grande (1'88 m... aunque entonces no pesaba 105 kg...). Yo dije que posiblemente la siguiente fuera una 600cc de cuatro cilindros -me gustaba la Kawa ZZR 600'90 en azul y plata- pero él dijo “seguro que sabes llevar sin problemas una 1000cc” ...¡y me dejó las llaves de su flamante Honda CBR 1000 F!
Lo primero que tengo que decir es que mi recién conocido tenía toda la razón ¡¡me sentaba como un guante!! Apenas reposicioné los retrovisores y listo, todo caía en su sitio, todo iba bien. Salí tanteando y la moto se comportaba de maravilla, el motor respondía a lo que yo le pedía con tacto, y el resto iba por donde yo le pedía sin resistirse. Muy bien.

Entré en una autovía, y comencé a “achucharle” un poco, pero antes de que la cosa se pusiera seria, me encontré con un túnel. Sí, estaba bien iluminado, pero con la visera negra ya sabéis... de repente es como si te metieras en un barril de tinta... y cuando me di cuenta ¡¡¡me estaba comiendo un coche!!! Menos mal que la moto obedeció sin rechistar mi quiebro. Me estaba preguntando cómo diablos iba el tonto cochero tan despacio cuando acabó el túnel y pude mirar el velocímetro: 190 km/h... vamos, que iba seguro al doble que él...

La CBR 1000 F (K) de 1990: 132cv, 232kg, neumáticos radiales 120/70-17 y 170/60-17,
suspensiones ajustables, frenos de cuatro pistones, una muy buena aerodinámica...
...y unos buenos 260km/h reales... :-)
Ahora, con autovía libre, había llegado el momento de buscar a ver donde estaban esos 130cv de catálogo (muchos en el 90... y hoy en día también, por muy pirado que estés, amigo lector...). Abrí a fondo y la Honda saltó hacia delante como si fuese mi modesta GS en primera... aceleraba mucho, muchísimo más de lo que yo esperaba. Miré el velocímetro y empecé a acojonarme... 200... 220... 240... 250... y, de repente, la moto empezó a fallar. Miré el cuenta rpm y vi que el motor estaba bien dentro de la zona roja ¿¿¿??? Se me ocurrió subir la palanca de cambio... y ahí que entró la sexta con otro buen empujón del motor... vale, vale, vale... había llegado el momento de cortar...

Volví a punta de gas, y me alucinó lo fácil que iba a 160-180 km/h... la velocidad máxima de la GS. Cuando se la devolví, con una sonrisa en la cara y unas gotitas de sudor en la frente, lo tuve muy claro. La moto corría lo que podía correr, porque frenaba y se aguantaba en curvas lo correcto para sus prestaciones. Y también tuve claro que yo no podría tener una moto así... iría a 200 de crucero en todas las carreteras. Así que veinte años después sigo cumpliendo, y jamás he tenido a mi nombre una moto que supere los 80cv. Tampoco me ha hecho falta más para no ser el último del grupo...del grupo de cabeza, quiero decir... je, je, je...
Ahora, si quieres que le quite la carbonilla a tu superpepino porque tú no te atreves (¿verdad, Pazos?)... que sepas que lo hago gustoso...


21- Un par de normas para viajar en grupo (conmigo)





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