16 julio 2011

Las historias del Top Throttle. Y el viejo Francis voló.....

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 Y el viejo Francis, voló....

La granja del viejo Francis esta un poco separada del pueblo. Más o menos como él, de la humanidad.
Se accede a ella a través de un camino recto y plano en el que muchos chicos se inician en las carreras con sus desvencijadas bicicletas.
Solo por ganarme la vida corriendo, el viejo me dejó un espacio en el granero para poder dormir bajo techo. Con el tiempo lo aseé un poco y lo hice mas confortable para poder vivir en él. Los agujeros de las paredes los arreglé con recuerdos y los del techo con estrellas.

Es un hombre delgado y desgarbado, con pelo muy blanco y pantalón con peto, ya tan usado que comparte el color con su piel.
El viejo me cuenta sus batallitas en las carreras. Siempre me señala su brazo derecho que está mas desarrollado que el izquierdo. Entre trago y trago me dice que es así por correr la milla..... El fue piloto de una Indian en los legendarios óvalos de suelo de madera.

¿Sabes, Sal? En la recta todos cogíamos el manillar con la mano derecha dando gas, mientras dejabamos la izquierda tras la espalda o nos asíamos a la barra de la horquilla, para mejorar la penetración aerodinámica. Mientras, había que esquivar los listones levantados, solo con la fuerza de un brazo. En la pista de madera era muy peligroso pisar las zonas en mal estado. Por entonces no existían las suspensiones, dignas de llamarse como tales. Un reventón de una rueda podía dar con tus huesos en el suelo y tu recuerdo en el cementerio.

¿Y la cojera, viejo Francis? ¿De donde viene, amigo? La cojera es de una vez que volé.....  En una carrera en la que el tiempo se me echó encima con la ferocidad de una gato hambriento cazando una rata. Quise salir a pista, pero la Indy se negaba a ponerse en marcha. Cuando ya perdí toda esperanza de que cobrara vida, hice acopio de mis últimas fuerzas y descargue todo mi peso, con la mayor violencia que pude, sobre la palanca de arranque. La Indy arrancó, pero sin darme tiempo a nada, la palanca retrocedió y me lanzo por los aires, con voltereta incluida. Me rompió la pierna. Me fracturo dos huesos que tienen por nombre algo tan raro como la marca de este Whisky. Un amigo me estiró la pierna tras colocarme entre los dientes un trozo de madera, y me la entablilló. Tras tres semanas sin moverme comencé a andar. Me dolía como el demonio, pero yo no quería ir al hospital. Eso es para parturientas cobardes, o para moribundos. En el pueblo, los muchachos se habrían reído de mí.

También recuerdo otra ocasión, querido Sal, en la que....
Espera viejo, quizá en otro momento. Queda poca luz y tengo que revisar la Bonnie. Michael me ha dicho que ha oido a unos chavales decir que van a correr mañana, en la carretera de Stafford. Quizá pueda sacarles algunos dólares. Será un día duro para ella y para mi.....
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