20 mayo 2011

Los años 70. Llegan las carreras y los catalanes.

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Diez años después que en el norte de España, allá por el año 1.976, la afición a las  motos de campo comenzó a  tomar cierta entidad en Andalucía.

Por entonces yo tenía una Bultaco brinco 74 subida a 100. Era una moto económica y robusta, que quizás habría sustituido a la puch minicross como la moto preferida del jornalero si España no se hubiese enriquecido tan deprisa.

Conocí a Julio en la puerta del bar de copas de moda. Aparco adrede su montesa enduro 250 kit América junto a mi moto para entablar conversación.  No conocía a nadie del pueblo y tenía trabajo para varios meses.

La moto era igual a una montesa enduro normal pero con el aceite de la mezcla en un depósito a parte, el marcador en millas, una piña de luces,  faro distintos y poco más.  Daba unos 30 caballos y tenía un 30 de carburador en vez del 28 de la normal.  Llegamos a la conclusión de que la mezcla era mejor con la gasolina, que el 28 se ahogaba menos y que el resto de los extras sólo servían para añadir peso y riesgo de roturas.

¿Os parece muy pequeño un 28 para una 250? Al día de hoy evidentemente, pero entonces no existía la refrigeración líquida,  la carrera del pistón era más larga y se presentaban graves problemas termodinámicos.

Ya hablaré de eso en otro momento, porque en aquella época ese fue motivo de debate durante mucho tiempo. 

Lo primero que hice fue sugerirle cambiar de barrio y dirigirnos “Al Pantano”,  a un bar junto a la fábrica de bragas, para tomar una birra, ligar y hacer planes para salir al campo.  Me ofreció cambiarme la moto para el Km escaso de recorrido. 

La primera vez que un adolescente coge una moto de campo tiene un placer difícil de valorar para alguien que no sea motero.  Ese acelerón de macarra  que le das en 2ª, en llano, con el motor a medio régimen.  La moto, cualquier moto de campo, responde robustamente. Al segundo  cortas gas, porque estas dentro de un pueblo  y un segundo es lo que tarda la moto en pasar de 40 a 60. Sabiéndote observado, estas mirando al frente, pero  te fijas disimuladamente en toda la gente que te mira.

Conforme el umbral de intensas sensaciones  baja empiezas a prestar atención a la moto.  La aprietas con las piernas. Dejas de apretar. Te pones un momentín de pié, pero rápidamente te vuelves a sentar, porque no es cuestión de montar show en el pueblo.  Ya en las afueras, le vuelves a dar un acelerón seco a medio régimen,  ayudando con el cuerpo para que se levante la rueda. Te das cuenta que se ha levantado poco y de inmediato comprendes: te sientas un poco más atrasado, vuelves a acelerar, comprimiendo antes la horquilla con más fuerza y la moto se levanta con facilidad. Te das cuenta que hacer un caballito es facilísimo. Todos hemos tenido ese primer caballito, ese acelerón estúpido, sólo por saber cómo va a reaccionar la moto.  Ya fue en el foro tema de debate si eso debe o no formar parte del aprendizaje.  ¿Os parece tonto? ¿Infantil? Mentirosos. Es como decir que el condón no molesta. 

Llegados al bar “chipirón”, nos sentamos en una mesa y pedimos unas cervezas y  gambitas.  A los pocos segundos se sentaron con nosotros dos tías que estaban buscando a alguien que las invitase a la discoteca. 

En la vida cada cual tiene que saber cual es su sitio. Julio era mayor que yo, catalán, con pasta, con una buena moto, un  buen trabajo y no era mal parecido. Contra él mis posibilidades eran nulas, así que era mejor no competir por el momento. Aunque las dos tías estaban buenas y tenían generosas tetas  (esencial para los gustos de esa edad) yo tuve que conformarme con la bizca, que  tenía varios dientes picados, en especial los de delante. 

En realidad no era bizca, era tuerta. Su primo le había dado  cuando chica con una escopeta de plomillos y le había roto los músculos que le dan movilidad al ojo, que al no poder moverse con facilidad terminó por perder visión tal como le sucede a los muy bizcos.  Es lo que los médicos llaman un ojo vago,  la gente del pueblo suele llamar bizca y yo, que soy hiperrealista, llamo tuerta, porque sé que de ese ojo no ve nada. 

Pero qué más da. Yo estaba  tan caliente que no le di importancia ni al ojo muerto ni a los profundos surcos que las picaduras habían producido en sus  dientes, medio negros, que  podía sentir con mi lengua cuando se la metía en su boca.  Las montamos en las motos de campo, nos fuimos al piso compartido de Julio y dimos buena cuenta  de los humedales que las tías tenían en la entrepierna.

Después de repetir sexo un par de veces para compensar la precocidad de la post-adolescencia,   saciados y satisfechos las llevamos a su casa y de vuelta,  después de comentar 10 segundos la jartá de joé que los dos nos habíamos dado,  nos pusimos a hablar de cosas de hombres, es decir, de motos de campo.

Me contó que los otros catalanes que habían venido a instalar la fábrica  también tenían moto, unos de trial y otros de enduro y que salían por la sierra con frecuencia. 

-¿Sabes que la semana que viene van a hacer una carrera de motos en el Castillo de las Guardas? Me pregunto Julio mientras pedimos la última una cerveza.

-¿Y tú crees que yo podré correr con la brico 74? Pues claro, la mayoría de la gente corre con motos que no son muy buenas.  De todas formas vamos a aprender  y a divertirnos.

- Pues tendré que entrenar un poco antes, porque yo aparte de ir por los carriles no tengo experiencia.

-Si te parece podemos quedar mañana que es domingo y nos damos una vuelta por la sierra a ver hasta donde podemos subir.  Hay varios tíos que van a venir. Puede que vengan los americanos de la base.  La kit se la compre a uno que ha vuelto a EE. UU.

-Vale, estupendo. Mi casa esta de camino.

-Bien, entonces apareceré por allí sobre las 10.

-Vale, hasta mañana.

Era tarde y hacía frio en la moto cuando volví a casa. En esos casos no sabes si correr, con lo que hace mas frio, o ir despacio, con lo que pasas más tiempo helado.  De todas formas el periódico que tenía bajo el chaleco me protegió bastante. Me metí en la cama contento, en parte por no tener que hacerme una paja después de cómo me había dejado la tuerta,  –o bizca si lo preferís-  pero sobre todo por haber encontrado un buen amigo y una nueva afición.

Me dormí pensando en que tenía que ponerle aceite más denso a la horquilla y unos muelles más duros. La brico nunca sería una moto de enduro, pero al menos podía tener una suspensión más rígida. Que a gusto se está  en la cama cuando se sabe que al día siguiente se va a salir al campo.
 
Continuará.
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4 comentarios:

Voro dijo...

JOJOJO
Genial, lujazo, me encanta. A ver como superamos esto.....
Ya os dije que íbamos a disfrutarlo.

paxau dijo...

Ya os comente que había que ficharlo que os parece si metemos alguna fotillo???

Voro dijo...

Bien. Todo se andará. Ya puede entrar en el AREA 51, allí le orientaremos.

Anónimo dijo...

Lo siento, pero la descripción de las tías no sé a qué viene ni encaja para nada en el cuento. Sobra del todo y está mal tratado. Mención aparte merece el estilo, ausente de ningún criterio.
En fin, vivir para ver...

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