24 abril 2025

CON EL "A DE PLATA" EN EL BOLSILLO. 107- Una salida a Gestalgar sin mi amigo Juan

Miré un día la fecha del carnet de conducir y me di cuenta que hace más -mucho más- de veinticinco años que aprobé el permiso importante, "el de moto", el A (en aquella época, A2). Así que me propuse dar un poco la brasa y contaros manías y anécdotas que me han ocurrido durante este tiempo. ¿Hasta cuando? No lo sé, según me vaya acordando (algo difícil con este cerebro cada día más reblandecido que tengo), según me vayan ocurriendo... o cuando digáis basta.

107- Una salida a Gestalgar sin mi amigo Juan

Hoy he salido con la moto. Valencia-Gestalgar, apenas cien kilómetros ida y vuelta. No he pasado por la rotonda clásica de Manises, porque no había nadie. Al llegar al bar no he entrado, no me esperaba nadie ni tenía compañía con la que charlar. Apenas una foto 'donde siempre', aunque ahora hay un avance donde antes aparcárbamos. Sólo había una moto, la mía. Chulín, mi amigo Juan, ya no iba a acompañarme.


A Juan, 'el de la Ford', 'el de Manises', 'el de Aldaia', 'el de la grúa' o, como a él le gustaba, 'el Chulín', lo conocí como se conoce a las grandes personas que entran en tu vida sin esperarlo. Sería en 1998 o 1999. Por ahí. Fui con un compañero de trabajo a que le arreglaran algo en su coche en el taller de pintura y mantenimiento general que tenía Juan en Aldaia (Valencia). Yo, en vez en entrar a ver cómo lijaban, masillaban y pintaban, me quedé en la puerta, donde en un rincón a la derecha había aparcadas una moto de agua y varias motos de montaña en diversos estados de conservación. Juan hablaba con mi compañero, pero no me quitaba ojo y preguntó. "Este es como tú, un maniático de las motos" le contestó mi compañero. Se acercó, comenzamos a hablar... y ahí empezó todo.


Juan me ayudó con mi ilusión de los cascos personalizados


Transformar mi Suzuki DR 750 Big en la Garbí fue otro de mis sueños en los que Juan estuvo presente
A partir de entonces, para mí no había cosa más gozosa que pasar por el taller de Juan para charlar un rato. No sé, aunque nos llevábamos década y media, siempre he pensado que, muy en el fondo, me veía como 'él de joven'. Me dio grandes consejos cuando mi vida se complicó por varios frentes. Vio mi ilusión por correr en el Campeonato de la CV de Cross Clásicas y no dudó en dejarme su Yamaha TTR 600 para entrenar, o el carro, o enviarme a algún amigo suyo mecánico para que me repararan alguna tontería en la Bultaco. Cuando me compré la Honda XR 600 él ya no estaba para hacer montaña, pero me contaba batallitas de bajadas imposibles con una Africa Twin con la que apenas hacía puntillas mientras se reía de mis neumáticos sin tacos de tanta carretera que le hacía. En unas lluviosas Pascuas, cuando mi familia y yo teníamos la caravana en un camping cercano a Valencia, no dudó en dejarme su BMW R 1150 RT para que no me calara día sí y día también yendo y viniendo a trabajar. Me ayudó a pintar mis cascos, a pintar la Garbí, no le importaba perder una reunión para algún negocio si había posibilidad de que nos pegáramos un buen almuerzo 'a lo valenciano', cremaet y charla incluida. Y como único pago siempre quiso lo mismo: verme feliz mientras nos contábamos cosas de motos.



Juan, Manuel y su hermano Jorge: la charla nunca faltaba
Cuando se jubiló, se le acabaron los viajes a Isla de Man, o Pingüinos. Su querida Yamaha R1 quedó en un rincón esperando tiempos mejores, pero no se amilanaba nada con su valiente Suzuki Intruder 250, o con una Honda Transalp 650 de segunda mano si pillaba una salida más larga. Y ahí es cuando, por fin, dieciocho años después, nuestros tipos de moto coincidieron... y pude comenzar a salir con él. Nunca lejos, la mayoría de las veces a disfrutar de las curvas entre Villamarchante, Bugarra y Gestalgar, donde nos esperaba charla y almuerzo. "Qué tío más fino" me decía cuando me veía curvear... bien cerca mío, porque rápido era un rato. "Que personaje más magnífico" pensé yo siempre por buena persona, por agradable, por humano. Quedar con otros grupos e invitarlo era éxito seguro, pues su saber estar y su elegancia en carretera dejaban claro que no iba a ser un 'estropea salidas', pese a su 250. No hubo mayor orgullo para mí que fuera uno de los pocos invitados a mi boda con Mari Luz, quien también lo consideraba una gran persona. 

En el Circuito de Yátova, donde salimos con los 'cross-clásicos'


El bar de Gestalgar estaba abierto, pero esta vez no tuve motivo para entrar


Hace más de un año que Juan no acababa de encontrarse bien. Los almuerzos, por lo que oía cuando le llamaba para saber de él, no los perdonaba, pero la moto comenzó a quedar un poco al lado. Y esta semana apagó definitivamente el motor. Ya no habrá más charlas, ya no habrá más rutas juntos. Juan, Chulín, MI AMIGO, ha decidido ir a otra zona de curvas. A partir de ahora tendré que hacer la carretera a Gestalgar sólo, ya no llegaré tarde al punto de encuentro con él. Me quedo huérfano de su compañía, de su amistad, pero he tenido la suerte de disfrutarla. Y ése es el recuerdo que tendré toda mi vida.

Ráfagas al cielo amigo Juan. Uno de los muchos, muchísimos que te las envía soy yo. 






"A de Plata" sigue aquí:







2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito homenaje el recordar así a un amigo.Descanse en paz

amigo dijo...

Gracias por compartirlo, son grandes personas las que quedan en nuestra memoria cuando se van.

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