Como se suele decir, el gusto es como el culete, cada uno tiene el suyo. Está claro que algunos tienen un sentido de la estética muy refinado... y otros nada de nada. Por eso algunos 'no rodarían con esa moto ni pagándoles' y otros no dudan en 'decorar' la suya con los objetos y colores más horrendos. El crimen es cuando ese atropello al buen gusto no lo hace un aficionado contra su moto, sino que es la propia marca la que lo lleva a cabo, y más si es una empresa con una reputación contrastada de elegancia en sus productos.
Así que voy a hablaros durante unos capítulos sobre motos de los ochenta para acá -lo que yo más conozco- consideradas en su momento como un auténtico horror. No voy a poner las que se unieron a lo de moda en ese tiempo por formas y/o colores y hoy se ven totalmente demodé (todavía me duelen los ojos de algunas motos de pinturas 'ácidas' de los 90, sobre todo Suzukis), sino las 'matriculables' (no preparaciones, prototipos o concepts de exposición) que nada más presentarse en los salones se llevaron el premio limón a lo menos agraciado. Como, por ejemplo, ésta:
Aprilia Motó 6.5 (1995)
A ver... sé que esta Aprilia Motó 6.5 puede no ser bienvenida para algunos en esta colección de "motos feas". Pero hay que reconocer que, pese al bombo que se le dio cuando fue presentada a finales de 1994, pese a la fama mundial que en aquel momento tenía el diseñador francés Philippe Starck, la moto se vendió mal, muy mal... porque no gustó a la gran mayoría de los moteros y, sobre todo, no moteros a los que iba dirigida.
Primer prototipo de Starck para Aprilia, el Lama. 1992 |
Su primer trabajo fue un prototipo de scooter, el Lama, presentado como concept en 1992. La verdad es que con esas "orejas" que hacían de retrovisores, esa profusión de superficies planas, extremadamente suaves, ese aspecto tan diferenciador... ya podíamos entender cómo veía el francés las dos ruedas con motor. Hay que tener claro que hablamos de un excéntrico multimillonario hecho a sí mismo que, por contra, gusta de ir en cuanto puede a una de sus cabañas sin luz, teléfono ni nada para "desconectar de la humanidad". Pues eso...
Su primer producto "comercial" fue la Aprilia Motó 6.5, la protagonista de este envío, una moto muy controvertida ya desde su presentación en 1995. Con ella Starck buscaba varios objetivos: un aparato bello, ligero, muy ciudadano y que "no tuviera sexo". El francés consideraba que las motos eran excesivamente masculinas, que siempre pretendían exhibir poderío, y con la Motó buscó un aspecto bastante más andrógino.
A nivel estético, prácticamente toda la moto abandonó las lineas rectas, duras, para ser la curva, la suavidad, la que marcara su diseño. El chasis rodeaba de una forma dulce al motor (el monocilíndrico Rotax de 652 cc que también vimos en la BMW F 650 Scarver). El depósito surgía por abajo desde mitad del conceptual radiador. El asiento de dos plazas perdía estéticamente al pasajero combinando colores. La cola final, llegada desde mitad de la moto, acababa en un piloto en punta. Los bajos estaban ocupados por un elegante silencioso plano con cortas salidas por ambos lados, cubierto en su parte delantera por una plancha que parecía directamente sacada de una cocina de diseño. El remate venía con las llantas de radios equipadas con neumáticos no muy anchos y de perfil alto (100/90-18 y 130/90-17), un pequeño faro delantero, una correcta colección de relojes y unos colores pastel, muy suaves como toda la moto, reforzados por una total ausencia de detalles cromados.
Como podéis imaginar, muy pocos moteros "normales" querían ya no tenerla, sino incluso subirse a una moto "tan fina". Pese a su tamaño contenido y relativo poco peso (150 kg anunciados para 42 cv) tampoco atraía a las féminas, más orientadas para ciudad a un scooter... o a una moto de verdad. Los urbanitas no dudaron también en dirigir su mirada a los mucho más prácticos y adaptados scooter. Los muy influenciados por el diseño, por lo cool, los entonces llamados yuppies, tampoco miraron hacia una maloliente, incómoda y sucia moto.
Pero había otra serie de problemas, no acaba todo aquí. El primero es que, en general, la Motó era excesivamente de ciudad, el comportamiento en carretera era demasiado nervioso por sus geometrías muy rápidas, y el asiento era estrecho e incómodo. Por supuesto, capacidad de carga cero, ni tenía parrilla ni se esperaba que nadie colocara una maleta que arruinara su estudiada estética. El pasajero también sufría el duro y estrecho acolchado en cuanto hacía unos pocos kms. En ciudad seguía su nula capacidad de carga, pero se suponía que su agilidad le iba a permitir luchar por la pole con estilo en cada semáforo... aunque antes tenías que pelear con el tacto coceante del gordo monocilíndrico.
Vamos, que al final la Aprilia Motó 6.5 no gustó. A casi nadie... aunque algunos hubieron, los mismos que ven con buenos ojos las cafeteras, sillas, auriculares o grifería de diseño de Philippe Starck. Una moto distinta, enfocada a un tan concreto público que en cuanto este falló ("¿como pretendes que ruede en moto por Londres? ¿en serio crees que voy a manchar de barro mis Sebago, que voy a tener que poner una horrenda chaqueta chubasquera encima de mi Armani?") la moto, sencillamente, no se vendió. Starck aun intentó seguir en el mundo-moto colaborando con la también francesa Voxan... pero no sé si él fue la puntilla final para la marca gala. Así que cada uno a lo suyo: Starck a sus complementos de hogar y Aprilia... pues a hacer motos bonitas.
¿Cuál sería tu candidata a entrar en la lista? No dudes en enviar tus comentarios.
Artículo revisado en ortografía, estructura y fotografías en julio de 2023.
2 comentarios:
Yo probé una de segunda mano hace unos años. Buscaba una motocicleta para ciudad y vías rápidas, pero desde luego la Motó no lo era. Por lo menos la que probé. Era ágil y divertida, pero se sentía más como una supermotar pija que como una moto de ciudad. Su motor era brusco, tenías que cambiar mucho y luego la moto se movía bastante lo poco que rodé por la M-30. Tampoco tenía ninguna protección ante la lluvia o charcos. Encima mi novia miraba el asiento y me miró a mí con esa cara de ahí no subo. Al final compré un Burgman 400 que corría un poco menos por las vías rápidas pero que era más estable, más cómodo, mucho más suave, vas más protegido, y encima bajo su asiento cabe muchísimo, otra cosa que le faltaba a la Aprilia si pretendías hacer ciudad. Hace un año lo cambié por el Honda Forza 750 y sigo la mar de contento. Para ciudad, un scooter.
Yo no he probado ninguna, pero los comentarios que he leído para documentarme iban por lo que tú comentas. Me alegra ver que no iban desencaminados aunque, por supuesto, siempre puede haber alguien que esté encantado con su Motó 6.5... y yo que me alegro.
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