A
Pepe (el del bar Coe) lo conozco algo más de nueve años, pues nuestras
hijas van juntas al colegio. Él no se considera muy motero, pero los
ojos le brillan cuando ve u oye una moto de gran cilindrada. Cuando le
propuse que me contara alguna anécdota, me dijo que no era muy de
escribir, pero me contó esto y yo lo he transcrito. A ver que os parece.
Miguel.
Mis
inicios moteros comenzaron con una Derbi C4, un ciclomotor trail de
cuatro marchas. Como podéis imaginar, acabó con todas las “trucadas” de
la época: cilindro de 75cc, carburador de 25mm, desarrollo cambiado… no
andaba nada mal, no.
Pero
claro, aquello fue hace muchos años. Desde que la vendí he probado todo
tipo de motos de amigos, que me las dejaban para dar una vuelta más o
menos corta. Pero después de mucho calcular, y mucho discutir con la
familia, tocaba comprar moto… mi moto por fin.
Como
es lógico, lo correcto hubiera sido comprar una moto de unos 600-650cc.
Quizá una 750 u 850cc. Pero claro, teniendo en cuenta que esta iba a
ser la única (¿última?) compra en muchos años, me tiré a por la que
realmente me gustaba… una Kawasaki Z-1000 2010.
Ya
os podéis imaginar los comentarios “demasiada moto”, “te vas a matar”,
“para qué quieres algo tan grande”, “estás loco”… vamos, las lindezas
habituales. Pero por fin estaba en la puerta de la tienda, con mi Z
matriculada a mi nombre, el motor en marcha… y mis piernas moviéndose a
su ritmo, debido a la emoción y, por qué no reconocerlo, el acojone.
Por ahora no la he vuelto a aparcar más inclinada de la cuenta. Pero ya sabéis… cuidado con los neumáticos nuevos…
Pepe T.
Pepe T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario