Miré un día la fecha del carnet de conducir, y me di cuenta que hace más de unos larguísimos veinticinco años que aprobé el permiso importante, "el de moto", el A (en aquella época, A2). Así que me he propuesto daros un poco la brasa y contaros manías y anécdotas que me han ocurrido durante este tiempo. ¿Hasta cuando?... no lo sé, según me vaya acordando (algo difícil con este cerebro cada día más reblandecido que tengo)... o cuando digáis basta...
2- Algunas sendas no van a ninguna parte...
Después de trabajar un par de años fuera de mi provincia, regresé con mi Suzuki GS 500 E en el año 90. Mi primer impulso fue volver a recorrer aquellas carreteras que gozaba con mi Vespa.
Estaba en una de estas cuando fui a visitar una fuente que había en un desvío, cerca de un conocido puerto de montaña. Allí bebí un poco e inicié esas simples conversaciones que se tienen en estos lados con unos lugareños que estaban llenando unas garrafas. Hablando de esto y aquello, salió el comentario de que si el camino de tierra que continuaba desde la fuente llevaba al pueblo que había al otro lado de la montaña.
-.”No, no, este camino no lleva a ningún sitio”.
¿A ningún sitio? ¿Cómo que a ningún sitio? Todos los caminos van a algún lado… ¿o no?
Pues nada, camino para adelante… al poco comienza a estrecharse y las piedras hacen acto de aparición. La sufrida GS 500 las iba digiriendo mal, luego muy mal, y luego fatal a medida que la pista comenzaba a complicarse con surcos, raíces y pedrulos que golpeaban inmisericordes con todo lo podían. Cuando me doy cuenta estaba en una bajada horrible, con los dos pies en el suelo, bloqueando la rueda delantera e intentando agarrarme como podía a los semimanillares. Al llegar abajo veo que tengo delante una buena subida… Pasando. Media vuelta ¡AR!
…O eso pensaba yo. La tremenda bajada que acababa de pasar, ahora era una subida digna de Carlos Mas. Comienzo a acelerar, la rueda trasera que salta y gira sin traccionar (presiones duras, precarga más dura), el manillar se sacude y, al final, la Susie y yo por los suelos. Menos mal que no pesa mucho. Otro intento… y otra vez la moto de lado y a catar polvo. Me empieza a llegar el acojone. Se está haciendo de noche, y estoy como mínimo a una hora andando, o dos, del pueblo más cercano. Venga, otra vez. Esta subo un cacho más antes de tener que parar. Otra vez. Otra…. Pierdo la cuenta de lo que me cuesta ir saliendo poco a poco, esquivando las piedras y surcos que el faro ya comienza a iluminar. Y, al final, llego a la fuente. Asfalto, por fin.
2003. Después de dos años corriendo con la Bultaco que mi amigo LionHeart me regaló, y de una muy complicada operación de muñeca, decido dejar el asfalto y “tirarme al monte”. Así que adiós a la Frontera 370, adiós a la TDM 850, hola Honda XR 600.
Con mi casco (el Mk-5… ¿recuerdas el anterior envío?), botas y pantalones nuevos, para la montaña que voy. Y como no conocía otro sitio mejor, me dirijo a aquella montaña con su puerto tan majo… y aquella fuente en la que casi abandono la GS… ¡Había llegado el momento de la venganza!
La verdad es que después de haber rodado unas cuantas veces por tierra con XT 350, TTE 600 o con la Bultaco, la XR iba sobrada por aquella pista. Sus suspensiones ni se inmutaban con aquellas piedras, aquellos surcos… la verdad es que ni me enteré que hice la bajada y subida siguiente… pero tuve que parar. El camino subía y subía, hasta casi la cima de la loma… y con un brusco giro de casi 180º se acababa en una pequeña explanada. ¡Esto no puede ser! ¡No es posible que no lleve a ningún sitio!.
Bajé de la moto y exploré a pie la agreste zona. No habían cultivos, ni panales, ni fuentes… no había nada. No llevaba a ningún lado.
Empate a uno, con la bola encalada.
Siete años haciendo el bruto con mi querida (y recordada) XR me demostraron que, efectivamente, en el monte algunas raras veces los caminos no llevan a ninguna parte. Simplemente mueren en una pequeña explanada que no da pistas de qué se hacía por aquella zona, qué motivó el hacerlos.
Pero fue una gozada descubrirlos. Sin duda.
Después de trabajar un par de años fuera de mi provincia, regresé con mi Suzuki GS 500 E en el año 90. Mi primer impulso fue volver a recorrer aquellas carreteras que gozaba con mi Vespa.
Estaba en una de estas cuando fui a visitar una fuente que había en un desvío, cerca de un conocido puerto de montaña. Allí bebí un poco e inicié esas simples conversaciones que se tienen en estos lados con unos lugareños que estaban llenando unas garrafas. Hablando de esto y aquello, salió el comentario de que si el camino de tierra que continuaba desde la fuente llevaba al pueblo que había al otro lado de la montaña.
-.”No, no, este camino no lleva a ningún sitio”.
¿A ningún sitio? ¿Cómo que a ningún sitio? Todos los caminos van a algún lado… ¿o no?
Pues nada, camino para adelante… al poco comienza a estrecharse y las piedras hacen acto de aparición. La sufrida GS 500 las iba digiriendo mal, luego muy mal, y luego fatal a medida que la pista comenzaba a complicarse con surcos, raíces y pedrulos que golpeaban inmisericordes con todo lo podían. Cuando me doy cuenta estaba en una bajada horrible, con los dos pies en el suelo, bloqueando la rueda delantera e intentando agarrarme como podía a los semimanillares. Al llegar abajo veo que tengo delante una buena subida… Pasando. Media vuelta ¡AR!
…O eso pensaba yo. La tremenda bajada que acababa de pasar, ahora era una subida digna de Carlos Mas. Comienzo a acelerar, la rueda trasera que salta y gira sin traccionar (presiones duras, precarga más dura), el manillar se sacude y, al final, la Susie y yo por los suelos. Menos mal que no pesa mucho. Otro intento… y otra vez la moto de lado y a catar polvo. Me empieza a llegar el acojone. Se está haciendo de noche, y estoy como mínimo a una hora andando, o dos, del pueblo más cercano. Venga, otra vez. Esta subo un cacho más antes de tener que parar. Otra vez. Otra…. Pierdo la cuenta de lo que me cuesta ir saliendo poco a poco, esquivando las piedras y surcos que el faro ya comienza a iluminar. Y, al final, llego a la fuente. Asfalto, por fin.
2003. Después de dos años corriendo con la Bultaco que mi amigo LionHeart me regaló, y de una muy complicada operación de muñeca, decido dejar el asfalto y “tirarme al monte”. Así que adiós a la Frontera 370, adiós a la TDM 850, hola Honda XR 600.
Con mi casco (el Mk-5… ¿recuerdas el anterior envío?), botas y pantalones nuevos, para la montaña que voy. Y como no conocía otro sitio mejor, me dirijo a aquella montaña con su puerto tan majo… y aquella fuente en la que casi abandono la GS… ¡Había llegado el momento de la venganza!
La verdad es que después de haber rodado unas cuantas veces por tierra con XT 350, TTE 600 o con la Bultaco, la XR iba sobrada por aquella pista. Sus suspensiones ni se inmutaban con aquellas piedras, aquellos surcos… la verdad es que ni me enteré que hice la bajada y subida siguiente… pero tuve que parar. El camino subía y subía, hasta casi la cima de la loma… y con un brusco giro de casi 180º se acababa en una pequeña explanada. ¡Esto no puede ser! ¡No es posible que no lleve a ningún sitio!.
Bajé de la moto y exploré a pie la agreste zona. No habían cultivos, ni panales, ni fuentes… no había nada. No llevaba a ningún lado.
Empate a uno, con la bola encalada.
Siete años haciendo el bruto con mi querida (y recordada) XR me demostraron que, efectivamente, en el monte algunas raras veces los caminos no llevan a ninguna parte. Simplemente mueren en una pequeña explanada que no da pistas de qué se hacía por aquella zona, qué motivó el hacerlos.
Pero fue una gozada descubrirlos. Sin duda.
5 comentarios:
Miguelito pues si un camino acaba en una senda, y no sabes para que se utilizaba es por que siempre has ido en moto, si hubieras ido en coche con la pareja ya sabrías para que se utilizaba la dichosa explanada... jijiji
A ver si nos juntamos para unas tortillas y unos saltos que ya hace que no coincidimos...
Lo tuyo es para escribir un artículo en una revista en internet...¡¡anda si es lo que has hecho!!¿a quién se le ocurre meterse en un monte con una GS500? raro es que no te quedaras mas tirado que una colilla haciendo una fogata esa noche. En cuanto a lo del camino, Paxau tiene razón aunque, muchas veces hay caminos que no dan a ningún lado, sobre todo si la maleza lo ha devorado.
Por cierto, ahora que me fijo, en la fotografía de la Suzuki no aparece tu casco, pronto le engañaste, aunque tampoco creo que le dieses mucho cariño ya que se ve al fondo de la moto abandonado.
Si es que las ruedas lisas y el campo... mala cosa, suerte que saliste de alli.
Yo no puedo hablar muy alto porque una vez hice algo parecido con mi R6 recien estrenada, y con mi entonces novia detras...
Era la primera vez que subia desde Onda hacia Montanejos, y no se como coji una carretera paralela a la que tenia que cojer, que me llevo a un pueblo no recuerdo el nombre donde se acababa la carretera.
Solucion, volver unos buenos kilometros atras hasta Onda, o empalmar por una pista que segun los del pueblo estaba muy bien y que la transitaban en coche, para empalmar con la carretera CV20 que era la que tenia que haber cojido.
Yo to valiente, cojo la pista y al principio bie, pero cuando empezo eso a subir y bajar, mi chica se bajo to mosqueada y yo peleando con la R6 para no ponermela de sombrero... pensandolo bien, y yo sin saberlo, ya apuntaba maneras para el enduro, je, je.
Final feliz, la R6 hizo enduro, la chavala no volvio a salir en ruta conmigo en la R6 y yo contento de haberme salido con la mia...
Siempre uve's!
Que jodidos sois, como os reís de mi... aunque quizá eso es lo que quiero...
Mianca, mira bien la foto y descubrirás dos cosas: una que la foto no se hace sola, y otra que en el asiento hay un Shoei blanco... La fotógrafa ocasional era Vichy, mi bella novia de entonces (Voro sí la conoció); y el casco rojo es el que llevaba ella, que me lo dejó un tal Enrique para la ocasión.
Sí que he pecado algunas veces con otro casco con otros colores... pero eso es otra historia!!!
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