09 septiembre 2015

BMW K75 Café Racer por Hammer Kraftrad: el placer de la simplicidad

Cuando piensas en preparar una moto, siempre es con una idea: hacer una Raid con una Enduro, una Scrambler con una Naked, una Streetfighter con una RR... o, por supuesto, casi con cualquiera las deportivas Café-Racer. Si te planteas hacer una moto inspirada en aquellas bellas británicas en que se prescindía de todo lo superfluo para lograr tener una moto rápida, agresiva, capaz de dar una vuelta al clásico recorrido alrededor del bar antes de que se enfríe un café, se supone que deberías pensar en una monocilíndrica o bicilíndrica, con un bello motor de aire, y que en su momento tuviera pedigree sport.

Así que pensar en una BMW K75, con su motor tumbado de refrigeración líquida, con altos y estrechos neumáticos ya en su época, con frenos pequeños, y con una estabilidad que no era para nada de lo mejor cuando salió, es algo que no te debes ni plantear.


¿No?



Pues, como siempre, alguno hay con ganas de llevar la contraria. En este caso nos vamos a Alemania, a Hammer Kraftrad, especialistas en preparar BMW boxer de varillas y balancines con los más variopintos aspectos. Michael, el propietario, iba buscando por las tiendas cuando vio en un escaparate un "ladrillo volador" ("Flying Brick", un apodo cariñoso que se les da a las K), una BMW K75 S de 1992, con ABS y las llantas algo más anchas. Desde luego lo se aproxima, para nada, a las viejunas boxer carburadas, pero estaba impecable y con muy pocos kilómetros. Así que, como ya llevaba un tiempo pensando en hacer algo con alguna de
aquellas K, la compró listo para prepararla.

Lo bueno es que, como podéis ver, toda la parte ciclo, incluido ABS, es de serie. Apenas un amortiguador Bitubo sustituyendo el justo material de serie y un kit Wilbers delante. Nada de llantas anchas de 17", nada de discos grandes, todo de serie, simple y que no dé problemas con la Ley. Hasta lleva el enorme cuadro de relojes de la serie K. Realmente en lo que Michael se ha centrado ha sido en la estética: un colín-tapas laterales y guardabarro delantero hechos en aluminio pulido, depósito cromado a juego, un semicarenado inspirado en las Ducati Imola de los 70, un asiento plano con relieves cosidos, un faro y piloto trasero a juego, unos semimanillares anclados a las barras, discretos colores negro y aluminio... y nada más. Simple. Bello.




He de reconocer que la serie K, como comenté con la bellísima BMW K-Agusta 1200 de Larry Romestant, siempre me pareció rara, aunque llegué a acostumbrarme a su estética con ese motor ("ladrillo", recordar :-D ) tan diferente incluso hoy en día. Pero no me gustó, sobre todo las K75, que fueran tan anticuadas nada más salir con esos neumáticos altos y estrechos, con esos "frenitos" y esas suspensiones de diez años antes sin progresividad ni barras invertidas. Pero hoy en día todo eso ha quedado difuminado con los años, ya no se nota tanto. Y eran buenas motos, robustas, simples en algunas cosas pero complejas en otras (inyección o los primeros ABS-moto). Y, con buen gusto, hasta pueden ser bellas, como ésta de Hammer Kraftrad. ¿A qué esperas a buscar una?











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