16 octubre 2019

Montesa Classic 4Ride por Heiwa Motorcycle: moderno salto al pasado

Reconócelo: ¿a que te gustaría tener una moto clásica? Admirar su diseño, analizar sus formas, pensar el porqué la diseñaron así. La arrancas y disfrutas de su sonido puro, sin trabas actuales, con el escape rugiendo, el motor ampliando su colección de tonos distintos. El problema viene, la mayoría de las veces, cuando ponemos primera y salimos: vibraciones, frenos muy escasos, tacto duro, suspensiones poco absorbentes, consumo elevado, luz ínfima, pérdidas de líquidos... Y comienzas a pensar en unas suspensiones actuales, unos frenos "de verdad", un tacto más suave, una calidad de fabricación actual. Por suerte miras los catálogos de las marcas de motos y, en muchos casos te encuentras con modelos con ese aire clásico que te encanta, pero recién fabricadas, con todas las comodidades del Siglo XXI.



Pero ¿y si no encuentras lo que quieres? ¿y si lo que quieres realmente es una clásica...  pero off-road? En ellas no ha calado la moda vintage. Sí en scrambler, aunque realmente son motos de asfalto ligeramente adaptadas. De forma muy tímida en trail. Apenas un par de ejemplos en enduro (ZPmoto 449 Sport). Y en trial, prácticamente nada. Así que ¿qué tal si un preparador de motocicletas decide "llevar al pasado" una trialera actual? Saltemos pues a Japón, donde nos encontramos a un aficionado al trial que lleva su Montesa 4Ride a Heiwa Motorcycle. Allí el propietario, Kengo Kimura, se niega al principio, pero al final acepta el reto: acercarse estéticamente a las motos de trial de los setenta, pero con una moto actual.



El trabajo, desde luego, no va a ser fácil. De entrada el subchasis se elimina por completo y se fabrica otro inspirado en las motos de hace cincuenta años, lo que permite también añadir un asiento "de época"... y bien cómodo. El forro en cuero cosido es todo un homenaje a aquellos años. El otro problema importante fue acoplar la bomba de gasolina que alimenta la inyección electrónica. Ésta en el modelo de serie va dentro mismo del tanque, así que el trabajo en el nuevo artesanal fue más largo. El guardabarros delantero sobrevive, pero decorado como todo en negro y blanco, una combinación muy sobria sin duda. El escape aprovecha el colector de serie, pero el silencioso -también cromado para la preparación- es artesanal, con forma de megáfono. El guardabarros trasero, clásico, sujeta una luz que también viene del pasado, lo mismo que el redondo faro frontal. Un pequeño velocímetro de aguja acaba de darle ese toque setentero tan logrado.



La verdad, una moto muy bonita y original. La única lástima que le veo es que me recuerda más a las -poco competitivas- motos de trial japonesas de los setenta que a las bellísimas Montesa Cota que no sólo ganaban títulos mundiales, también premios a su elegante diseño. Quizás por eso esta lograda preparación de Heiwa Motorcycle no luzca el rojo de las motos de la M gótica. Pero eso puede ser lo de menos: ahora su propietario tiene una moto de trial actual, ecológica, con buenos frenos y suspensiones, y con una estética arrebatadora. Buen gusto.




Aunque no lo parezca, de aquí viene la preparación de Heiwa MC...



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