Ayer domingo pudimos asistir a uno de esos eventos en los que uno se siente orgulloso de participar. Desde luego, la iniciativa de la Asociación motera "Cremant goma" no puede ser más bonita y enriquecedora.
En ocasiones cómo está, uno se siente orgulloso de pertenecer a un colectivo como el nuestro, el motero. Como no, el realizar un acto de caridad siendo acompañado de todos tus compañeros moteros, no tiene precio. La camaradería y las ganas de hacer el bien, cada vez se ven menos, y no solo en nuestro colectivo, sino en cualquiera.


Tras citarnos todos en el punto de reunión qué era el aparcamiento del bulevar sur de Valencia, empezamos a darnos cuenta del volumen de aficionados que nos congregamos. La organización ya comento durante la tarde, que no ibamos a ser menos de 2500 motos lo cual es una maravillosa barbaridad.


Una vez allí entregamos regalos del tipo que la organización había pedido, ya que de nada sirve regalar cosas que no vayan a ser útiles. Se me olvidaba comentar que algunos hicimos una donación a una cuenta que la Asociación motera puso a disposición de quien deseara hacerla. Creo que es mejor hacerlo así, ya que los organizadores se encargan de obtener con ese fondo el material que más se necesita en ese momento. No obstante, el dejar un regalo para los niños que salen a recibirnos, también tiene su valor.
La gente de la Fundación Ronald McDonald, nos ofreció un chocolate caliente y unos "fartons", por cortesía de comercios y colaboradores de la Papanoelada, que hicieron las delicias de los presentes.

Tras ese emotivo encuentro, nos dirigimos a Aspanion qué es una asociación de ayuda para los niños con cáncer. Ahí los padres tienen un punto de reunión e información, para dar los mejores pasos en la curación de sus hijos. A los niños se les atiende de la manera más cariñosa posible, para que sus duros tratamientos sean más llevaderos.

A veces perdemos la noción de que ser un buen motero, también implica colaborar en estas cosas. Que sí, que rozar la rodilla en el suelo está muy bien, y que apurar la frenada más que nadie también, pero la satisfacción de ayudar a personas que necesitan nuestro calor, probablemente sea mejor aún.
Hoy es de esos días, en los que apetece subirse al lugar más alto posible y gritar al mundo: ¡¡¡Soy motero!!!
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