16 abril 2014

¿¿Yo a ti te conozco??

¡Hola a todos!

Así, con la pregunta que aparece al inicio, han comenzado muchas conversaciones. A veces, estas charlas se quedan en el equívoco y la posterior disculpa, (y vergüenza), del que ha formulado la pregunta. En otras ocasiones, la coincidencia es real y da pie  a mantener una conversación.  Creo que es algo que a todos nos ha pasado más de una vez.

Lo que no es tan normal es cuando esa interrogación tiene un ligero matiz, como me pasó hace unos días. La pregunta en cuestión fue, “¡¡A esta moto la conozco!! Se la compraste a Antonio, ¿verdad?”.  Vale,  el mundo es un pañuelo, ¿¿pero tanto?? Esta anécdota me paso de la peor manera que te pueden pasar estas cosas, saliendo del trabajo, después de un mal día por cierto, con pocas ganas de charla y la concentración a niveles mínimos. Al abandonar el parking y me paré en un semáforo. En esto que veo a un señor que sale corriendo detras mío y se pone a revisar la moto como si fuese un comisario de verificaciones del Dakar y que acto seguido, inspecciona la matricula para mayor desconcierto de un servidor. En este momento, si no había metido primera y salido huyendo de tan pintoresco personaje era por dos razones:

-a: tenia un taxi delante que me bloqueaba cualquier maniobra evasiva.
-b: la moto se me había calado y parecía que se resistía a arrancar.

Es entonces que me espeta la pregunta que titula la entrada, poniendo mucho énfasis en el tal Antonio (todo esto, a modo de apunte, con el semáforo ya en verde  y yo, ahora si, sin posibilidad de escapatoria en tanto que la moto no quería ponerse en marcha). No sé, pero siempre intento pasar desapercibido, por lo tanto, tanta espontaneidad me resulta a priori un tanto molesta. Ojo, que al cabo de unos segundos, (cuando mi mente pasa del modo “alerta” al modo “tranquilo, no hay de que preocuparse”), ya dejo de pensar que se trata de un psicópata o de un choricillo del montón que quiere jugar conmigo al despiste mientras otro caco compinchado, me desvalija aprovechando mi sorpresa.

La moto objeto de la conversación, mi ya ex-Suzuki Freewind.
Así pues la conversación fue algo tal que así:

Hombrecillo: ¡¡A esta moto la conozco!! Se la compraste a Antonio, ¿verdad?
Yo: Pues, esto... em.. 
H: Si hombre, Antonio, que tiene un taller en la Calle xxxxx, esquina con la Avenida xxxx.
Y: ¡¡Ah!! sssi.. si.. Pero no me acuerdo del nombre de ese señor. 
H: Vaya.. ¡¡El bueno de Antonio!! ¡¡No veas que recuerdos que me trae esta moto!!  ¡¡Era MI MOTO!! Se la pasé a él para que me la vendiera. Bueno, casi se la dí.  ¡¡Y no veas lo buen mecánico que es este Antonio!!
Y: ¿Ah sí? Mira tu. La vida es un pañuelo.
H: Pues sí... y mira que va bien la puñetera moto, ¿eh?
Y: Hombre, es buena moto, pero ya tiene sus añitos y sus cosas... 
H: Bueno, sí.. si no hubiera sido por el golpe que me dieron igual la conservaría y todo... (aquí se da cuenta de la cara de sorpresa
que pongo). No no, que a la moto no le pasó nada... 
Y: Ya. ¿Pero lo dieron un golpe entonces?
H: Sss.. si…. bueno, pero no te pienses.. ¡Ay vaya! Me tengo que ir y me sabe mal que no te dejo marchar. ¡¡Que vaya bien!! Buena moto, si señor...

Dicen que quien calla otorga, pero que queréis que os diga, me hubiese encantado otorgar menos y hablar más. La puñetera timidez, la sorpresa del momento y, por que no decirlo, la educación recibida, hicieron que me quedase alucinando y no replicase nada. Bien hubiera podido comentarle todos los desastres que el “bueno de Antonio” no había sido capaz de solucionar, de hablarle del pésimo estado de mantenimiento de la moto, de recordarle que cuando la iba a comprar, nadie me informó que había tenido un accidente, etc. En fin, no dije nada. Simplemente me quedé con la cara de idiota que te queda cuando te das cuentas que te la han colado y que ya es tarde para quejas.

No hace falta decir que ya he solucionado el entuerto y que la moto objeto de la conversación ha sido reparada y entregada como parte del pago de otra motocicleta nueva, que a buen seguro me aportará buenos momentos y menos dolores de cabeza que la anterior. Lo mejor de haber tenido esta moto son las lecciones que he aprendido, que son que no puedes dar por sentado nada y no se puede poner la mano en fuego por nadie, y la segunda, que cuando la otra parte ha cobrado y se ha ido, pedir explicaciones es más difícil e inútil.

En caso de duda, consulta con alguien que sepa. Debajo de ese carenado molón, ¡¡puede haber sorpresas!!
¡¡Saludos!!

Si quieres, tienes más entradas aquí.

Pd. “El bueno de Antonio”, evidentemente tiene otro nombre. No he querido usar el nombre real ni tampoco dar la dirección del mismo. Una cosa es hacer una queja en voz alta y otra distinta es difamar a nadie y no quiero que nadie pueda usar este blog con esa finalidad, ni contra mi ni contra terceros. Espero que lo entendáis.

3 comentarios:

MiguelXR33 dijo...

¡¡¡Muy bueno!!! Divertido, sencillo de entender y con un MUY buen mensaje.

Bienvenido Xavi... ¡¡¡ya sabes que estás en tu casa!!!



l3 Pulgar en alto

Unknown dijo...

Yo hice lo mismo hace muchos años: Iba por la calle Aragón y al lado mío para una vespa un poco más adelantada, miro la matrícula y ZAS! era la primera moto que yo tuve, de mi propiedad!. Me adelanto y me pongo a su altura, y en un ataque de incontinencia verbal y simpatía patosa le digo al hombre:
-Andá, esta moto fué mía hace 5 años
-¿Seguro?, no puede ser!
- Y tanto, mira: la matrícula es la B-XXXX-IK, y ese adhesivo de Los Angeles Raiders que llevas en el cofre se lo pongo a todas las motos, (miralo en esta de ahora), y la fecha de matriculación es del 17 de octubre del 1987,
Entonces el pobre hombre, todo abatido me dice:
-Mierda, el del taller me dijo que era de segunda mano, y que la anterior dueña era una señora que iba muy tranquila...

Dorita/Alh. dijo...

Jajaja, me encanta la historieta! He conocido a mas de uno que ha pasado por una situación parecida. Que bochorno.
Salu2
Dorita.

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