El viento es tal vez el elemento adverso más fatigoso que nos podemos encontrar. Este reportaje nos descubre algunas claves para hacerle frente.
El viento es tal vez el elemento adverso más fatigoso que nos podemos encontrar. Lo es tanto mental como físicamente, y a la larga resulta más agotador, incluso, que la propia lluvia. Nos exige mantener tanta atención como cuando viajas lloviendo, pero además tienes que ir aplicando permanentemente una fuerza extra con los brazos sobre los manillares y con las piernas sobre el chasis; y por si fuera poco, nos lleva a sufrir una terrible tensión añadida cada vez que una ráfaga nos sacude y nos hace sentir el vacío bajo nosotros. Por tanto, debemos tener muy en cuenta el viento cuando consultemos las previsiones meteorológicas antes de salir de viaje.
Viento racheado:
El viento parece ser siempre malintencionado con el motorista porque rara, rarísima, vez le empuja de cola. Su forma habitual de sacudirnos es lateral o frontalmente oblicua. Y, evidentemente, cuando es racheado resulta el más perjudicial para la conducción; entendiendo por racheado el que viene más o menos en la misma dirección, pero con unos cambios de intensidad que nos lanzan esas fuertes ráfagas traidoras que encierran el verdadero peligro del viento para la moto.
¿Cómo luchar contra él?
Antes de adoptar cualquier medida, hablaría de la mentalidad con la que debemos subirnos a la moto para enfrentarnos al viento. La definiría tan sólo con un adjetivo: Luchadora. Debemos prepararnos para pelearnos sin fatiga contra el viento, y una vez subidos a la moto no bajar en ningún momento la guardia ni decaer en esa mentalidad de lucha. Como primera medida debemos aumentar la tracción de nuestra moto aunque mantengamos la velocidad o incluso la disminuyamos. Tendremos por tanto que bajar una o dos marchas. Yo diría que lo apropiado con fuerte viento lateral es circular por autovía en cuarta, tanto si tenemos cambio de cinco como de seis relaciones. Se trata de un simple esquema de par de fuerzas donde, obviamente, la resultante debe ser siempre la trayectoria de la carretera; si no…, mejor no hablar de ello.
Como segunda medida, la colocación de nuestro cuerpo, que debe suponer una ayuda para lograr que esa resultante se mantenga sobre la carretera. Echaremos los hombros y cabeza hacia el lado del que viene el viento, pero sin descolgarnos, manteniendo el trasero centrado en el asiento; al mismo tiempo, nos agacharemos buscando el abrigo del carenado o de los relojes de la moto, si carece de este elemento aerodinámico. Habrá algunos momentos de rachas fuertes en los que experimentaremos una preocupante sensación de vació a nuestros pies, como si el viento nos fuese a arrebatar la moto levantándola desde el suelo. No debemos asustarnos porque ese sería el primer paso para entregarse al enemigo, pero sí debemos poner toda nuestra atención en ese momento porque es cuando el viento nos está azotando con mayor furia. Haremos fuerza con el pie contrario del lado del que procede el viento, pisaremos la estribera y apretaremos la rodilla contra el depósito de la misma forma que lo hacemos al tomar una curva en mojado. Si el viento entra por la derecha, pisaremos con fuerza la estribera izquierda y meteremos la rodilla del mismo lado contra el depósito.
Como tercera medida apuntaría la prevención. Hay algunas ráfagas de viento que se ven venir; por ejemplo, cuando nos disponemos a dejar atrás un corte del terreno o un grupo de casas que nos han servido de abrigo en el lado que nos lanza el viento. Debemos, así mismo, anticiparnos explorando el panorama que tenemos delante, y allí donde veamos que los árboles se agitan con más fuerza o que una corriente de polvo cruza el asfalto, prepararnos para afrontarlo aferrándonos con fuerza al manillar y echando el cuerpo hacia el lado de donde nos va a sacudir el viento.
Vientos de derechas y vientos de izquierdas:
Cuando circulemos por autovía o carretera de doble sentido y el viento nos castigue desde la derecha, uno de los momentos más dedicados que nos encontraremos llegará a la hora de adelantar a un camión –en el caso de un coche también se nota, aunque en una minúscula medida-. Cuando nos vayamos acercando a uno de estos gigantes de la carretera, sentiremos cómo el viento comienza a disminuir su fuerza al mismo tiempo que oscila a un lado y a otro. Esa oscilación aumenta, y alcanza su punto máximo cuando nos encontramos a unos quince metros del camión. En esos momentos la oscilación tomará una cadencia y una violencia inusitadas: el casco, nuestros hombros y la moto entera se sentirán como un títere a merced de las turbulencias. Es como si nos estuvieran abofeteando con saña.
Tres metros más adelante, las bofetadas desaparecen y el viento con toda su fuerza también, produciendo un extraño efecto de absorción: como si la trasera del camión pretendiera tragarnos. En realidad, lo que ocurre es que venimos durante kilómetros luchando contra la fuerza eólica y de repente desaparece por completo. Vamos rebasando el camión sin rastro del viento, pero atención al llegar a la cabina. Debemos prepararnos para encarar una nueva sacudida, que aparecerá de una forma especialmente virulenta en cuanto rebasemos la ventanilla del conductor. En esos momentos debemos atacar al viento, no esperar simplemente su aparición agarrándonos al manillar pasivamente, pensando en aguantarlo. Tenemos que anticiparnos, tirarnos a por él justo en el momento en el va a aparecer por delante de la cabina del camión.
Cuando el viento nos entra por la izquierda y circulamos por autovía, no presenta ningún problema específico, salvo que nuestra marcha sea tan lenta que nos llegue a adelantar un camión o una voluminosa furgoneta, en cuyo caso debemos estar atentos a los segundos durante los que su carrocería nos mantendrá al resguardando del viento porque producirá en nosotros ese falso efecto de absorción. Circulando, en cambio, por una carretera de doble sentido, el cruce con los camiones puede llegar a ser en ocasiones espectacular. Cuando divisemos uno de estos monstruos acercándose hacia nosotros, primero, tendremos en cuenta otra vez el falso efecto de absorción que nos puede desviar hacia la izquierda, que es, en este caso, el carril del sentido contrario. Un instante después sentiremos toda la fuerza del viento sacudiéndonos con un golpe seco y contundente, que sonará con estrépito dentro de nuestro casco. Es como si el camión trajera el viento, arrastrándolo tras de sí, y nos lo lanzara a la cara justo un instante después de cruzarnos con él.
Fuente: Portalmotos
30 enero 2013
Venciendo a nuestro peor enemigo. Como conducir con viento.
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