25 mayo 2011

Técnica. la gimnasia isométrica II

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En un post anterior hemos visto las posibilidades que ofrece la gimnasia isométrica, sobre todo en lo referido a las lesiones. Pero la gimnasia isométrica da mucho más de si. Os recuerdo que consiste en enfrentar grupos musculares sin movernos, tal como hacemos para sacar musculito en una pose. Podemos ponernos como un toro sin mover un dedo. Y podéis tomarlo literalmente. No obstante, la gimnasia isométrica tiene varios inconvenientes si abusamos e ella, por lo que debe ser un complemento al entrenamiento, no la base del mismo.

El cuerpo se nos pondrá como a los practicantes de halterofilia, perderemos flexibilidad, esencial en el enduro. Pero no sólo eso. Ponerse en forma sólo a base de gimnasia isométrica puede llevarnos a graves lesiones. Como no se ejercitan las articulaciones, el líquido contenido en las bolsas de las mismas no se adapta al movimiento. Los tendones  no se mueven, por lo que terminan encajándose en la posición estática que tienen al endurecer el músculo y no adquieren la flexibilidad, amplitud de movimientos  y resistencia que requiere nuestro deporte.

Por otra parte, se ejercita un grupo limitado de músculos. Y al no moverlos, no adquieren la longitud máxima que pueden tener. Esto es nefasto para en enduro.

Además, no es lo más adecuado para el sistema cardiovascular. No ganamos suficiente resistencia. Nos ponemos fuertes, claro está, pero no tendremos fondo.

Pero si hacemos una vida normal y cogemos la moto una vez por semana estos inconvenientes no se presentarán. La gimnasia isométrica es por tanto un excelente complemento que nos ayudará a mantenernos en forma, que nos ahorrará tiempo y nos pondrá realmente fuertes.

Para mitigar las limitaciones de “la gimnasia sin moverse”  debemos tomar las mismas precauciones que se recomiendan para la gimnasia normal. Antes de hacer esfuerzos, calentamos. Empezamos con una fuerza del 60%, con series cortas, cambiando de grupo muscular con frecuencia, para ir ganando en intensidad hasta llegar  a la potencia máxima.

Y una vez hemos terminado la tabla de gimnasia, estiramos y enfriamos con suaves movimientos

Recuerdo un periodo de mi vida en la que todos los días hacía una hora de gimnasia en la oficina, sin moverme de la mesa y a la vista del jefe. Por la mañana avanzaba el trabajo, concentrado, hasta poco antes del café. Me machacaba durante media hora y para estirar me metía en el servicio 5 minutos, donde  hacía rotaciones con el cuello, daba saltitos y la clásica gimnasia del colegio. Como salía al campo en moto todos los domingos e iba a casa andando, unos 2 km, me mantenía a tope sin apenas darme cuenta y con un considerable ahorro de tiempo.

 Y  como siempre digo, después del ejercicio, le pedimos a la novia que nos de un masaje, que con suerte el día puede terminar de forma especialmente placentera.
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1 comentario:

Voro dijo...

Muy instructivo y aleccionador.
Voy a poner en práctica este tipo de gimnasia, quizá como modo de vida.

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