16 enero 2011

Marc y Laia, campeones del Dakar 2011.

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Marc, ya suma tres.

De un enero negro a uno blanco, soleado, feliz, en el que todo son palmaditas en la espalda. En apenas un año, Marc Coma ha recobrado el sabor del Dakar, ese reto-locura que le hace a uno subirse a la moto y perderse entre piedras y dunas mientras la familia, bien lejos, en Aviá, celebra con cava las Navidades. Mereció la pena y conquistó su tercer Dakar, tras los de 2006 y 2009. Si una victoria ha servido para quitar una espina clavada, es ésta. Marc llevaba un año devorando el calendario. Para ganar y demostrar que es el mejor piloto de raids del mundo, en África o en Suramérica.

Ha parecido una victoria fácil. Pero sólo el talento es capaz de engañarnos y convertir en un paseo militar las trece jornadas de dureza y competición. Los 9.500 kilómetros. Coma habla del Dakar más exigente. Dos palabras aderezaban sus declaraciones cada jornada: complicada y dura. Su éxito ha sido mantener a raya a Despres, su gran rival, el hombre con el que se había repartido el triunfo en los últimos cinco años. Ahora, el barcelonés y el francés, aunque afincado en Andorra, igualan a tres. Así que el gancho para el Dakar 2012 está fácil: desempate bajo el sol.

Coma ganó cinco etapas y sacó 15 minutos a Despres. Lo celebró a lo grande, se fotografió con todos, pero reservó un abrazo sincero y eterno para el tipo que ha dormido estas dos semanas en la tienda de al lado: Joan Pedrero. Su mochilero, el piloto que ha velado por él. Merece un monumento (preparen piedra, que mide 1,96), al ladito del de Marc. Han triunfado. El desierto les ha dado la razón.


Laia, es la nueva reina del Dakar.

Si alguien es muy sensible, hizo bien en no vivir la llegada de Jordi Arcarons y Laia Sanz a La Rural, ya terminado el enorme reto de disputar un Dakar. Intenso. Ella cerró su primera participación con el puesto 39º, que sabe a oro porque además le dio la victoria en féminas. Él, que en su día dominó la arena africana que hizo grande a este raid entre raids, quedó dos posiciones más atrás. A eso se le llama ser un buen escudero, un mochilero con mayúsculas. Así que, todos contentos.

"Ha sido un Dakar muy duro, quizá el más difícil de los que se han hecho en Argentina y Chile. Los últimos días fueron de mucho cansancio. Nos marcábamos como objetivo llegar cada día y ha habido etapas complicadas. Pero por fin estamos aquí. Es emocionante, todos nos miramos y nos sentimos felices. Ésta se ha puesto a llorar", decía Arcarons mientras miraba a Laia y pedía ayuda para quitarse la parte superior del equipo.

Laia, que antes lloraba, como decía Jordi, ahora ríe. Acaba de hablar con su familia ("Están muy contentos de que acabe entera", dice), califica la última etapa, disputada entre Córdoba y Buenos Aires, como "light" y reconoce que el Dakar ha sido "tan duro como lo esperaba". "Los primeros días, quizá no demasiado. Me decía: '¡Pues tampoco es para tanto!' Pero desde la jornada de descanso ha sido una carrera de un desgaste tremendo", comentaba junto a su compañera de viaje, esa Honda que aguardaba turno para la verificación final de los comisarios.

El equipo Arcarons RST KH7 está de enhorabuena. Ahí está la clasificación, el resultado de un proyecto que devolvió a Jordi al Dakar ocho años después. Hizo bien. "Debo darle las gracias a Laia por hacerme sentir tan feliz. Ella entiende lo suyo como una hazaña y yo estoy orgulloso de haberle transmitido lo que sé. ¡Ojalá hubiera tenido yo alguien que me enseñara!", apunta Jordi.
Y ha enseñado bien, porque Laia no sólo sorprende aquí, en España, sino en todo el mundo. Minutos después, el propio Etienne Lavigne, director de la carrera, nos calificaba de "increíble" el papel de Laia, "muy bien preparada por Jordi". Incluso la tildaba de "la reina del Dakar". Dicho queda por los que saben.

FUENTE: AS
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