06 agosto 2010

ENDURANCE (Una historia de Resistencia). 1 de 4: Confesión


(Novela)  ENDURANCE (Una historia de Resistencia) 

1 de 4. Confesión.
 Va a comenzar mi relevo. Y tengo miedo.
Tenía que haberlo comentado al equipo. En poco más de un año mi vista se ha ido deteriorando, cosas de los cuarenta. Por la noche no veo bien.
Y ahora voy a comenzar mi primer relevo nocturno.
Mientras peleo con los guantes en los que no puedo meter mis sudorosas manos, me pregunto qué diablos hago aquí. Sí, este es un equipo de colegas, donde el objetivo es terminar. Pero yo tenía que estar en boxes, preparando combustible, controlando el momento de cambiar los neumáticos o las pastillas, vigilando que los pilotos descansen y se alimenten. Sin embargo, aquí estoy con el mono, el casco y en línea de box, esperando que llegue la moto, rogando que no se note como me tiemblan las piernas.

Lo previo.
Las cosas, desde luego, no se puede decir que nos hayan ido bien. El domingo pasado fuimos a realizar el último entrenamiento libre. El planteamiento era simple, mas que nada ensayar entradas, relevos, mecánica y salidas.
Pero Pablo tenía que caer. Y hacerse daño. Una tontería de lesión (fisura de un hueso de la muñeca) que ha sido suficiente para dejarnos en cuadro. De cinco pilotos-colegas que había en marzo, cuando nos planteamos el participar en esta prueba, por un motivo u otro ahora sólo eran dos. Faltaba uno. Y quisieron que fuera yo.
Nunca he sido un crack pero me defiendo con dignidad en circuito, donde por lo menos “voy por el sitio” y mis tiempos, sin ser rápidos, son constantes. No maltrato la moto, algo muy valorado en estas pruebas. Y jamás me había caído en circuito.
Claro, hasta hoy.
Los entrenamientos para carrera los planteamos de forma simple. Como todos conocemos el circuito, el que iba a ir por tiempos es Pedro, el único que participa en carreras de forma habitual. Los otros dos rodaríamos lo mínimo obligatorio sin estropear nada......

Con lo que no contábamos era con el reguero de aceite que me encontré en entrada a meta. Y eso que vi tres curvas antes que la moto de delante “humeaba” de forma sospechosa. Fue pensar que podría romper y estar en el suelo. La moto, por suerte, no se hizo nada serio. Yo me di un buen revolcón, nada grave, pero era lo que me faltaba añadir a mi bajo estado de forma y mi muy bajo estado de ánimo.

Claro, con estos mimbres, el primer relevo que hice fue duro, bastante duro. Me sentía rígido, cansado, dolorido. Encima nuestra moto es frugal en consumo de gasolina, neumáticos y frenos, pero la verdad es que es la más lenta de la parrilla… y eso se nota, mucho, en la forma como te pasan en la recta. Hasta cuatro me han pasado en una de las vueltas, algo que me estresa más que el molestar a los pilotos punteros en las curvas.




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