11 septiembre 2010

La apuesta, la Impala y la historia oculta. 2 de 6- En el lío

(Novela) LA APUESTALA IMPALA Y LA HISTORIA OCULTA

2 de 6- En el lío.

  El comienzo de la aventura no podía ser peor. De entrada “El Ruedas” falló estrepitosamente en sus cálculos, y en vez de llegar a destino a la hora de comer, lo hicimos casi a la hora de cenar. Hay que decir en su descargo que tuvo un raspón con un R-4 que tenía más años que su propietario; que nos pararon los Civiles dos veces (y le jodieron dos multas, que cucos los tíos); que tuvo problemas en una gasolinera donde no funcionaba su tarjeta de pago; y que la verdad es que con la moto es un figura, pero con el camión se acojona en cuanto se estrecha un poco… y tuvimos que atravesar unos cuantos pueblos.

  Total, que buscó pesadamente una antigua torre de vigilancia (¿porqué leches me suena haberla visto antes?) que había en la orilla de la playa, a casi 800kms del pueblo; bajamos la Sport; comí en seco un bocadillo que me supo a goma; una fotografía con la moto al lado del monumento (todavía no sabía porqué insistía tanto con la dichosa foto); un chorro de gasolina y aceite; embutirme bien el traje de agua y a carretera. De noche. Empezando a chispear. Y con una moto que compró mi padre cuando tenía menos años que yo ahora. Bonito panorama.

  Nada más salir, el gps me marca que tengo que abandonar esa carretera. Y de cabeza que me lleva a un puerto de montaña tremendo, subidas increíbles, bajadas espectaculares, sin verme un pimiento y con el doble leva delantero echando humo. Y así será durante todo el camino, un puerto de montaña tras otro, tras otro, tras otro. En cuanto intentaba salirme ilusionado viendo carteles azules de autovía, el dichoso aparatito se ponía a chillar como un grajo, atravesándote los oídos incluso con casco. Parece que me está llevando por las carreteras que quedan de la época de la Impala.
 “Es el mejor gps para moto” decía “El Dakariano”, “no te equivocas nunca”. No sé, no sé, creo que me la ha metido bien… estoy por tirar el aparatejo y decir que se ha caído en una de estas curvas.

  Apenas entro en el segundo puerto, unos 150 kms. recorridos, y comienza el diluvio ¡Que forma de llover! Y con noche cerrada. Ahora sí que no veo un pimiento. Los estrechos neumatiquitos comienzan a dar síntomas de no querer tanta agua. El casco integral de “El Huevero” empieza a empañarse. El traje de agua me está empezando a dar una desagradable sensación de humedad, sobre todo en la entrepierna. Y me está empezando a correr un hilillo de agua desde la nuca por toda la columna que me está produciendo unos estremecimientos nada sensuales. Y sin visos de parar. A saber qué coño hago aquí…




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