Segundo, pese a estar inspirado en motoristas de asfalto se puede aplicar, sin duda, a los que gustan de circular por tierra.
El domingo estuve por una zona típica de curveo, con bellas carreteras con todo tipo de trazado y asfalto, y con mejores bares para almorzar.
Estuve un buen rato viendo pasar motos de un lado a otro, y hubo una cosa que llamó poderosísimamente mi atención: mucha, mucha gente en vaqueros. De ellos, bastantes con zapatillas o zapatos... con los calcetines al aire, vamos (y eso que hacía frío). Pero lo más sangrante fue hablar con alguno de ellos y la escusa no era que carecían de material, o que lo tenían deteriorado. La escusa era que “para ir a dar una vuelta no me hace falta”, “acompaño a mi amigo con su scooter y no voy deprisa”, o simplemente “sí tengo, es que paso de ir tan equipado”.
Para arreglarlo, también se vieron unas cuantas chaquetas de plumas, guantes de sky, cascos abiertos, otros de María-castaña, o abatibles con la mentonera subida. Mejor no pensar cuantos iban sin espaldera.
Arrastrón con equipamiento... levantarse y continuar. |
Entiendo que el equipamiento del que se dispone sea viejo y que hay que salir en moto incluso con eso, porque la vida es breve y hay que aprovecharla.
Pero jamás podré entender que TENIENDO EQUIPAMIENTO ALGUNOS SE NIEGUEN A PONERSELO. No lo concibo. Me da igual que digan que van despacio o a dar una vueltecita. A la salida de una curva te puede estar esperando una mancha de aceite o gas-oil; un perro, un zorro o cualquier animal; un desprendimiento de tierra; un tractor, o el barro que deja; un tonto adelantando en continua; un coche parado
mirando un mapa o el móvil... vamos, mil cosas.
Y te caerás por su culpa, por muy despacio que vayas, por muy cerca que vayas. El sobresalto, la sacudida que intentas evitar, el golpe contra el asfalto, el ruido que hace la moto al arrastrar, la sensación de deslizarte sin poder evitarlo, ese escozor que en ese momento no duele mucho, el golpear contra algo...
Los vaqueros han desaparecido y ves carne a su través. Ves el hueso de tu tobillo, lijado como la piel que lo cubría. Notas un escozor que aumenta en tu trasero, tus rodillas, tus codos... que pare el dolor. Notas un sabor metálico en la boca y la barbilla te escuece... ves que gotea sangre. Y no has golpeado contra nada duro, una suerte. Eso piensas, mientras notas que todo comienza a escocer como si te tiraran sal...
Tus pantalones reforzados han aguantado el arrastrón, lo mismo que tu chaqueta y guantes. Sus protecciones han evitado que tus codos, rodillas, muslos, tobillos o manos hayan sido alcanzados por el asfalto. Te palpas, no parece que tengas sangre por ningún sitio. La visera de tu casco ha desaparecido y al pasarle la mano notas que la barbillera está lijada. Estás entero. Miras a tu moto, y empiezas a pensar en qué vas a contar en casa y cuanto va a costar la broma...
Dos historias... las dos las he vivido. Ahora piensa ¿cual quieres que sea la tuya? ¿la de las semanas de curas y dolor; o la de tomarte algo para los nervios mientras esperas la grúa?
“Si lo tienes, te lo pones” me enseñó mi amigo ManoloMk10. Pierde unos minutos, ve un poco más incómodo. Ponte tu equipamiento.
No te caigas. Pero si lo haces, el lunes quiero verte bien.
M.
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