Especial Guardia Civil de Tráfico.
Los que me conocéis sabéis que tengo amigos en la G.C. de Tráfico, con los que he salido en más de una ocasión en moto. Los hay muy moteros... y otros nada de nada, pero aun así creo que es de ley que nombremos aquí a los que patrullan en motocicleta. Como tengo relación, voy a intentar ser neutral con La Agrupación, por lo que sólo voy a escribir de motos, uniformes... y al final un poco de su trabajo...
6- Patrullando con la GC-T...
Este escrito está hecho por una persona anónima… pero de confianza. ¿Es verdad que ha salido “de patrulla” con los GC-T? ¿Se lo ha inventado todo? ¿Ha “novelizado” sus conocimientos de Tráfico? Yo sé la verdad, pero recordar que la Guardia Civil sigue teniendo carácter militar… por lo que ni diré quien me ha pasado este escrito, ni si es verdad o mentira. Lo dejo a vuestra propia opinión. El día que los Guardias puedan hablar libremente… quizá ese día os lo diga…
El Jefe de Pareja coge la Papeleta de Servicio, un folio donde pone qué indicativo de radio tiene la patrulla, quienes la componen, qué motos y material tienen que llevar, y qué carreteras tienen que patrullar… y un montón de recuadros más que rellenar durante el turno. Cogen los Libros de Recorrido de las motos y las llaves, linternas, etilómetros, PDA, impresoras y radio-transmisores, y bajamos al garaje. Las BMW están pulcramente aparcadas en hileras. Colocan el material junto con trajes de agua, gorras, libretas de Diligencias de Accidentes, mapas de carretera y más cosas que no alcanzo a ver. No me extraña que lleven maletas tan grandes…
Hemos salido por la puerta de vehículos, yo andando, claro. Mi moto está en la acera de enfrente. Realmente no puedo decir “mi moto” porque no me pareció muy correcto acompañarlos con mi CBR Repsol (más cantarina que sus BMW blancas y verdes seguro), así que le pedí la Yamaha FJR a mi amigo T, una turismo de discreto color gris claro. Me he puesto el chaleco reflectante (una sola mirada de C… no ha hecho falta más) ¡y a la carretera! La verdad es que se hace triste el salir tan temprano, tan oscuro, y con el frío de Marzo queriendo pasar mi traje de invierno. Eso sí, en los alrededores de nuestra –pequeña- ciudad descubro un movimiento de vehículos que desconocía, sobre todo de camiones medianos y furgonetas que se ponen correctamente en el carril cuando ven las luces azules.
Es curioso tomar café con ellos. Hay algo en el aire distinto, se nota su presencia. Se acerca un camionero a preguntar una duda sobre las horas de descanso que tiene obligación de hacer. Otro señor se despide con un “Buen servicio” hacia ellos. Al salir, alguien ha pagado los cafés… incluido el mío… De repente me doy cuenta que se les quiere y se les odia… pero que siempre tiende a lo primero.
Estamos en carretera y, de repente, veo que ponen las luces prioritarias azules y salen disparados… y yo con ellos. ¡joer, qué ritmo llevan! Ahora, hay que reconocer que es algo más fácil ir deprisa cuando los vehículos se quitan del carril izquierdo para dejarnos pasar… eso los que ven los destellos, porque otros parecen conducir con orejeras de caballo. Enseguida veo lo que pasa: les han avisado por radio que unos kms. más adelante hay un accidente: dos turismos, uno fuera de la carretera, otro estampado contra la mediana mirando hacia nosotros. Me resulta curioso como actúan: lo primero que hacen es señalizar, antes de preguntar por los heridos. Luego, cuando consideran que ya han minimizado el riesgo (“lo primero es evitar más accidentes y sobre todo, que no nos atropellen porque si no... ¿quien les ayuda?”) C comienza a preocuparse por los afectados, mientras G sigue vigilando y señalizando.
Antes de volver a subirme a mi moto, me sorprende que excepto las marcas en las vallas laterales y un poco de arena en las manchas, todo está como si no hubiese pasado nada. Llamaron a ambulancias y taxis (por suerte no hubieron heridos graves); tomaron datos de vehículos, conductores y hechos; dieron seguridad a las grúas y a las brigadas de mantenimiento de carreteras; y por último agilizaron el tráfico hasta que todo quedó normal. C me miró y me dijo “¿Qué, ya se te ha pasado el miedo? ¿Te apetece almorzar?” La verdad es que mucha hambre no tenía... o más bien lo había perdido con el accidente, pero mi amigo G me miró y dio una ligera cabezada... incluso creo que sonrió ligeramente...
¿Recordáis que antes dejé caer que iban rápido porque la gente se aparta al verlos? ¡Ja! Me han llevado a un pueblecito cerca de aquí de esos que se llenan los fines de semana de motoristas porque la carretera tiene más curvas que una cuerda dentro de un saco. La verdad es que no voy a decir que si no estoy acostumbrado a la Yamaha, o que si se deben conocer la carretera... me han repasado y punto. De G lo imaginaba, porque siempre que sale con mi grupo RR nos sigue sin problemas con su “vulgar” V-Strom. Pero es que C, que nos encabeza, nos ha sacado un telediario... joer con el viejo al que no le gustan las motos...
Es cerca de la una y media, y ya comenzamos el retorno. Antes han parado un par de veces al ver turismos en la cuneta, con un cambio de rueda pinchada a una mujer embarazada incluido (“aunque no debemos hacer mecánica”). También han parado tres coches y una furgoneta para denunciar infracciones. La verdad es que me sigue sorprendiendo que algunos vayan sin cinturón. Han llenado los depósitos de las motocicletas y ahora C está rellenando parte de la “Papeleta de Servicio”: auxilios, diligencias, número de denuncias, combustible repostado... al llegar al Cuartel, acabará de poner los kilómetros recorridos y un “Sin Novedad” que es la mayor recompensa a la que aspiran: “Firmando sin novedad, muchas pagas cobrarás” me dice C con una sonrisilla... Sí. Me cae bien, lo reconozco. Me da la mano y se despide “Ahora tengo que meter todo lo escrito en la Papeleta en la base de datos de nuestra Intranet... ha sido un placer”
Cuando G se ha cambiado de ropa, se reúne conmigo en un bar. “No siempre es así. Hay días que no tenemos accidentes, los mejores. Otros... bueno, ves algunas cosas con las que deberás vivir toda tu vida. Algunos servicios pones muchas denuncias, otras puedes venir sin nada. Te puedes pasar horas acompañando un transporte especial a 20 km/h, o incluso más despacio escoltando una prueba ciclista de aficionados, o patrullar una aburrida autovía de tres carriles con un compañero que no pasa de 100. Es duro aguantar según qué cosas en controles selectivos de camiones, o de motoristas o, sobre todo, en las alcoholemias. Y luego está el frío, el calor, la lluvia, la noche... Pero esto se diluye con la satisfacción de saber que has evitado un accidente, o la cara de tranquilidad que ponen los accidentados o los averiados cuando les dices que nosotros nos ocupamos de todo... eso te juro que no tiene precio”
De vuelta a casa, la verdad es que estoy cansado y somnoliento. No hemos hecho muchos kms, apenas 250, pero todo el día en moto arrancando, frenando, subiendo, bajando... ufff... Y con madrugón. Y mañana G a las seis otra vez, y luego volverá a las diez de la noche para hacer “nocturno”. Y este fin de semana tiene prueba ciclista el sábado tarde y alcoholemia el domingo. Sí, debe ser algo muy especial lo que sienten... ahora lo entiendo un poco mejor.
Fuente: "50 años de la GCT", foros policiales ...y algunos buenos amigos...
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