Jorge
es otro de mis amigotes moteros que he conocido en el trabajo.
Simpático, siempre listo para prestarte ayuda en lo que sea, y rápido,
muy rápido en cualquier cosa que tenga ruedas (yo no he visto a nadie
maniobrar marcha atrás con un coche como él). Las motos, junto con los
coches, son su pasión, y se le nota al hablar sobre cualquier cosa
mecánica. Ya digo, una persona agradable de conocer.
Por cierto, ya está preparando a su hijo con una pequeña crossera con la que le enseña a derrapar…
MI VIDA SOBRE DOS RUEDAS.
Mi vida motera comenzó
tarde, a los 16 años sobre una Vespa PK-75-XL, a la que pronto implanté
un 125cc Polini traído de Andorra, donde por aquella época era
considerable el ahorro. Era una experiencia ver a mi hermano mayor
circular sólo con la rueda de detrás, era sorprendente con un modelo tan
pequeño y un piloto muy corpulento a la vista.
Tras
unos meses de entrenamientos callejeros por la ciudad de Motril, fui
consiguiendo que la rueda delantera se desgastara menos que la trasera,
así como perfilar el vasto canto del borriquete (caballete) con esas
Michelin con un resplandor característico de cristal.
Con 18 años adquirí una Honda CBR 600 F
del `92 y sin limitar, un pepino para la época, siendo de las mas
punteras a su categoría. Disfruté como un enano encima de ella,
imaginaos un chaval de 18 años, con su CBR ”¡la bomba!… eso sí, seguía
sin ligar una mierda, pero disfruté mucho y aprendí un poco con ella,
vendiéndola poco tiempo al no utilizarla y abandonarla…aquellos
maravillosos años.
¡Ah!, por cierto, los avisadores no llegue nunca a rozarlos, ni voluntariamente ni involuntariamente (je, je, je,), pero mis levantadas e invertidos con los latiguillos metálicos puestos para la ocasión iban de escándalo…
En el año 2000, mi coincidente laboral Rubio me deja un BMW K-75, para que disfrutara de su conducción y calidades
de sus materiales… ahí sí que fue una época de aprendizaje a marchas
forzadas. Aun me quedaba camino para aprender, de hecho sigo y seguiré
aprendiendo. Fueron muchos kilómetros, a veces con una mantica por las
rodillas cuando parecía que hacia rasca (por aquello de cuidarme);
curvas de montaña en las cuales “te las querías comer” porque el freno
lo gastaste en las 1000 curvas anteriores… Pero conseguía entrar en
ellas, y miraba de reojo a la siguiente pensando cómo iba a meterla (se
entiende la moto por la curva, salidos), disfrutando con sus “bailes de
trasero” en las curva a velocidades un poco altas.
Muy muy bonitos recuerdos de aquella maquina, pero pronto la olvidé cuando me dejaron su hermana mayor la R-850,
una pasada: los raíles del AVE parecían que se los habían puesto bajo
su barriga. Por cierto, un poco pesada aunque más rápida que su hermana la EVO,
que con el rollo de meterle la 6 , se olvidaron de la aceleración… Eso
sí, con el servo frenaba por encima del manillar… literalmente, porque
como no te sujetaras bien a él, salías por encima cuando acariciabas la
maneta. Una agresividad que me vino bien en muchas ocasiones en las
cuales disfruté de ella en la zona de Requena… casi na!! La Chirrichana muy bonita.
En este penúltimo tramo de escalas por motivos de desplazamiento al trabajo, me metí en el mundo de las (maxi) scooter con la Gilera Nexus
de 500cc: muy guapa, estética agresiva y regulación de la distancia de
ejes. Yo siempre la llevaba muy radical, pero era un monocilíndrico y
era muy brusca, cambiándola por la Suzuki Burgman
400. Muy cómoda, buenos frenos… ahora estabilidad, estabilidad… ¿eso
que es? preguntarían los de Suzuki cuando la hicieron: Era “una patata”,
tenías que procurar ir como el palo mayor del barco…”bien tieso”. Me
imagino que pensarían en otro tipo de clientes, tiene que haber para
todos los gustos.
Mientras
tanto en Valencia (última escala de ubicaciones) mi paisano de Granada
me dejaba un R-1200-RT….Palabras Mayores… de hecho mi amigo Maracolo y
yo estuvimos dándonos unas vueltecitas por una ruta de tumbadas
improvisadas donde gracias a las protecciones de los cilindros que lleva
parecíamos el cohetero mayor con las bengalas encendidas, observada la
escena gracias al oscuro atardecer. Yo creo que sin contar con mi mujer…
es con la única que he disfrutado tanto (hijos aparte), unas
sensaciones de poder, seguridad, potencia y manejabilidad total sobre
mis manos…muy muy bien, pa repetirlo muchas veces.
Ahora para desplazarme al trabajo donde la Rita Barberá
tiene parking propio, pero la gente trabajadora normal no… sigo tirando
de moto para desplazarme a la gran ciudad y poder aparcar sin muchas
complicaciones. Una vez abandonada la Suzuki
por motivos que ni el taller oficial supo explicarme (una avería de
4200€, cambiaron el motor entero porque reventó), llegó el momento de
adquirir para mí la mejor moto a su nivel de la historia: la Yamaha T-Max 500. Una pasada, muy muy completa.
Recuerdo un día por la Cueva Santa,,
donde “santo” era el asfalto donde rozaba el caballete y algo más. Mis
colegas con Suzuki Bandit 600, Yamaha Fazer, Suzuki GSX600 y otra T-Max,
me decían: “como puedes ir tan rápido con esto” ¡¡no me pillaban!!, muy
bonito esas rutas con mi maxi…
En
fin solo quería exponer un poco de mi vida sobre dos ruedas y dar las
gracias a todos coincidentes laborales, compañeros y amigos que han
disfrutado junto a mí por algún tramo de asfalto bien compactado, y
recordar que lo primero es nuestra seguridad y luego a disfrutar que son
dos días….
AH…. RECORDAR QUE SI RESPIRAIS DIA A DIA, SEAIS FELICES…! TODO LOS DEMAS NO IMPORTA ¡
SAEZ.-Club B
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