10 agosto 2011

Operación Verano: Volar (Aunque sea bajito)

Operación Verano.
Lo siento chicos y chicas, pero uno de los problemas graves de no tener un portátil es no poder escribir para vosotros. Además, que entenderéis que algunos estamos de "vacaciones"... esto es, los niños lo están, y los padres tenemos que cuidarlos. Así que difícil lo tengo para escribir.
Pero bueno, aprovechando que cuando iniciamos Voromv nos leía poca gente... ¿porqué no  "desempolvar" mis primeros envíos? Así que permitirme la osadía y haré como en las cadenas de televisión: reposiciones para verano.
Nos leemos de nuevo (y con nuevo) en septiembre.
VOLAR (AUNQUE SEA BAJITO)

El sábado volví a volar.  Bajito, eso sí, nunca me he atrevido a hacerlo muy alto.

Es curioso pensar que cuando comencé con catorce años a comprar revistas de motos, lo primero fue un MotoVerde, de aquellos con pocas fotos en blanco y negro, y mucha letra. Yo quería correr Enduro como Carlos Mas, quería correr Cross como Randy Muñoz, quería participar en el Paris-Dakar como Juan Porcar.





De una Puch Cobra 75 pasé a soñar con una Gilera Arizona 200, una Honda Dominator 650, una BMW R100 GS… Pero cuando pude pasar de mi humilde Vespa 200 DN a una moto-moto compré, por una simple e importante cuestión de dinero, una Suzuki GS 500 E que sólo me dio alegrías y me alejó del campo… Intenté no perder ilusión por lo marrón rodando con (ya entonces) viejas Montesa Cappra y H6, con las que aprendí a volar. Bajito pero volar, algo que no sentiría en asfalto. Y me rompí el escafoides, una lesión que luego volvería…








De ahí, asfalto total. Buenos compañeros de ruta, pero todos por lo negro, y yo con ellos. Una TDM, una BMW… todo carretera.
Un buen día tuve la suerte de que mi amigo “LionHeart” me regaló su Bultaco Frontera. Muchas horas invertidas en ella, mías y de buenos camaradas como ManoloMk10,  ArroyOssa o Voro. Y sin apenas entrenar, sin apenas darme cuenta, con treinta y tres años comienzo a competir en Cross-Clásicas: entrenamientos cronometrados, parrillas de salida, las carreras… y sobre todo el magnífico ambiente que teníamos. Y volar, mucho volar, aunque fuera bajito.









Estaba en mi segunda temporada cuando volvió el escafoides izquierdo, lesionado diez años antes. Una operación complicada, muchos meses de escayola, muchos más de rehabilitación. Los médicos decían que me olvidara de las motos. Y un año de mucho padecer después, el bueno de Rafa me dejó dar una vuelta con su Maico. Nervios, ilusión. Unos saltos, un poco de vuelo, bajito. Me esforcé y salvé la muñeca… y con ella mi afición.









Sin posibilidades económicas de seguir corriendo, escapo hacia delante y vendo las dos motos para comprar la XR 600. Con ella por fin llega el marrón intenso, las pistas, los vadeos, las subidas. Pruebo otras motos camperas. Pero apenas ruedo en circuito de cross, apenas salto. Y bajito, siempre bajito.












Este último año ha sido el de la Big 750 y sus veinte años a cuestas. El saltar ya quedaba en el olvido, pensaba yo. Pero este sábado Paxau me dejó su CRF 450 y volví a saltar. Muy bajito. Y luego me atreví con la Big. Mas vuelo. Y mi alma me dejó claro que veinte años el espíritu sigue intacto, las sensaciones siguen ahí.


De vez en cuando pruébalo y enriquece tu alma. Vuela, aunque sea bajito. No hace falta mucho más.

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