Sabéis que me encanta el Trail, el circular por caminos de tierra por el puro placer de ver "donde va esta pista", o en otras ocasiones "a ver si soy capaz de pasar por ahí". Pero el problema es el de siempre: necesitas una buena moto y un buen equipamiento... y ni se te ocurra pensar en competir.
Vale, vale... ¿y eso tiene que ser así? Pues la verdad es que no. Todos nos tomaban por locos, pero la primera carrera de las Vespino Series que discurrimos Voro y yo se basaba en esa premisa: ciclomotores económicos, ganas de conocer gente y mucha, mucha diversión.
Bien, pues ahora imaginar una época anterior (concretamente veinticinco años) en la que podías organizar una excursión cronometrada, e intenta que pueda participar cualquiera, con muy poco dinero, sin necesitar un equipamiento "de Gran Premio": una carrera de ciclomotores automáticos por pistas de montaña sin más preparación que quitarle algo de peso (algunos... otros no quitan ni las cestas portabultos). Y ahora imaginar que participa prácticamente todo el pueblo...
Por cierto, los que me conocéis sabéis qué he sentido en el minuto siete cincuenta... ahhhh....
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1 comentario:
Impresionante... se lo tuvieron que pasar en grande
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