28 marzo 2018

La tétrica historia de Micheliní, el herrero francés, Valentín O'Rossi, y el resto de hermanos del monasterio de Epegotom.

Está nublado en la campiña que rodea al monasterio de Epegotom.


Tras un periodo de agitación debido a la indefinición en las normas internas de funcionamiento, llegó la calma en un lugar en el que no debería haber alboroto. Sin embargo, lo hay  y hay quienes atesoran actitudes buenas y malas. Y por supuesto también hay artistas del engaño, dominadores del arte de la argucia y de la intriga. Como en todos sitios….


François Micheliní, era el herrero del pueblo del que el monasterio toma su nombre. Un francés venido a estas tierras, con el marchamo de ser un excelente artesano, aunque también tenía un trasfondo intrigante y sospechosamente favorecedor a quienes secundaban sus intereses comerciales.
Tiempo atrás había varios herreros en el pueblo, que fabricaban y colocaban herraduras a las mulas, burros y caballos del monasterio. El problema es que no había forma de realizar una travesía uniforme, ya que por culpa de las diferentes herraduras, unos jamelgos resbalaban más que otros, se fatigaban antes o simplemente no había manera de hacerles andar en linea recta.


El padre Prior, acabó por tomar una decisión salomónica. A partir de ahora, solo uno de los herreros fabricara las herraduras de todas las monturas de manera exclusiva, eso sí, la congregación no pagará con dinero, sino con fama. De esta manera, podrá emplear a gente que fabrique más unidades, para venderlas en otros lugares, incluso en el propio pueblo, con el valor añadido de que ha sido el elegido por el monasterio, y por la voluntad divina, expresada por sus representantes y trabajadores, los esclavos cristianos de Epegotom.


Valentin O'Rossi, era el hermano más veterano de la congregación. Sin embargo mantenía sus facultades intactas. Era capaz de realizar cualquier trabajo de manera satisfactoria, y anhelaba ser felicitado, aunque fuera en contra del voto de humildad. El padre Prior Carmelus, se lo permitía, pero creo que hasta nuestro señor también. A veces, algunas de sus palabras, tenían mas mando que las del propio Prior. Su voluntad, de una u otra manera, siempre acababa imponiéndose.

En las caravanas, en las que se visitaban otros lugares con la intención de vender los productos fabricados en el convento, el hermano Valentín, siempre gustaba de llevar la delantera, y si por una simple cuestión de ritmo, alguien le adelantaba, rápidamente recuperaba la posición, con un rápido corretear de su burro.
El problema del hermano Valentín es que su cuerpo, ya castigado por los años, cada vez se resentía mas de esos largos viajes. Conocía algunos de los pecados cometidos por todos y cada uno  de los hermanos del convento. Incluso se comentaba que del propio Prior, y hasta de nuestro Señor. Así que valiéndose de su astucia y de su status de insustituible, siempre conseguía alguna ventaja, que le hiciera mas fácil seguir el ritmo de sus hermanos, sin que nadie rechistara. Estar cerca de él, o apoyar sus maniobras, era garantía de una vida mas confortable. Gozaba de las mejores monturas, las mejores sillas de montar, y las mejores herraduras fabricadas por Micheliní. Y esto contravenía las normas impuestas por el padre Carmelus.


Pese a haber solo un fabricante de herraduras, el malestar fue en aumento, por esos favoritismos. Especialmente los hermanos más jóvenes e impulsivos eran los que mas reivindicaban la igualdad de trato. Las protestas arreciaban, y eso no era bueno para la paz y la espiritualidad. Sin embargo, con el tiempo volvió la tranquilidad. Una tensa tranquilidad.... pero el tiempo pasó....

Un sudor frío brotó del espinazo de uno de los hermanos. Cuando realizaba la limpieza habitual de la celda del hermano Valentín, se encontró con un envoltorio de piel de cabra, con el sello inconfundible de Micheliní, que contenía algo pesado y extrañamente familiar….. se trataba de unas herraduras nuevas, pero con un diseño que no había visto nunca hasta ahora…. mas finas, mas ligeras, con mejor agarre y mayor duración….

El hermano temió por un momento, que volviera el alboroto y el desasosiego. ¿Se trataba de unas nuevas y mejores herraduras, para usar inmediatamente? ¿simplemente se trataba de unas herraduras de regalo para ser evaluadas mas adelante? En todo caso era extraño que el envoltorio fuera el mismo de siempre….. no hubiera levantado sospechas ante nadie….

Al final de la semana, se inició una caravana para acudir al mercado del pueblo de al lado, Akebese.
Y sucedió lo inexplicable..... mientras todos los hermanos podían incluso ir al galope ligero sin mayores contratiempos, Valentín y sus hermanos mas afines, a duras penas podían cabalgar, llegando a quedarse rezagados en las proximidades de Akabese. Por un momento se pensó que ni siquiera llegarían al mercado. El hermano que realizó el hallazgo de esas herraduras diferentes al resto, se dio cuenta que todos los que todos los animales que tuvieron problemas pertenecían al entorno de Valentín, y eran iguales que las que el encontró en su celda.

Se destapó el engaño. Las protestas ya eran un clamor, incluso llegando a producirse en público, sin el menor recato. La situación había estallado.......

Al final Carmelus no tuvo mas remedio que revisar el acuerdo con Micheliní, y convocar una prueba, donde de una vez por todas, todos podrían probar las herraduras destinadas al hermano Valentín y su entorno, y las que estaban destinadas al resto de la congregación.
El desbarajuste fue tremendo, ya que las monturas no estaban habituadas a unas u otras herraduras, y se mostraban desconfiadas y recelosas. De hecho, hubo muchos casos en los que los hermanos salieron por encima de las orejas de los burros, debido a sus fuertes sacudidas, queriendo desmontar a sus jinetes. Pero hubo acuerdo……
Aprobado por votación, casi todos los hermanos, la gran mayoría, aprobaron para uso de todos, las herraduras que habían usado hasta el momento, desechando las usadas furtivamente por el hermano Valentín, que que ni siquiera fue amonestado, ni avergonzado ante sus semejantes.

Se acabó el lío, y ahora todos podrían viajar con mayor armonía, con las mismas condiciones. Ya no habrían suspicacias, y todos podrían estar confiados.

¿O volverá el hermano Valentín y el pérfido herrero Micheliní a intrigar y buscar una ventaja, que no estuviera disponible para el resto, en el mayor de los secretos?

1 comentario:

MiguelXR33 dijo...

Es curioso que esos hechos ocurrieran hace un tiempo, pero que sigan estando candentes ¿Con otros protagonistas? Sí... pero muy pocos de ellos. Casi casi igual. Vamos, lo que se dice: tropezar con la misma piedra.

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