En aquel momento, y con aquella moto, todo era excesivo. Potencia, frenada, estabilidad.... Fue la moto con la que viaje a ritmos elevados, y la que me enseño a trazar curvas con tiralíneas, siempre que me dejaba. Al final, y con los neumáticos que había disponibles, siempre acababa yendo "de lado", que es algo que hacía divinamente.
Tenía alma y mal genio. Era agria como pocas... recuerdo que el embrague casi había que apretarlo con las dos manos, y que mas de una vez terminé con als muñecas "abiertas".
Su principal cualidad era el reto que suponía pilotarla, la satisfacción de haberla domado.
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