03 diciembre 2015

Arturo Magni, nos ha dejado. Se nos ha ido un pedacito de historia.

Nos ha dejado uno de los grandes. Uno de esos trabajadores de la moto, que que antepuso el buen hacer, a la avaricia. Uno de esos que hizo a las motos mas seguras y mas eficaces. Uno de los buenos.
No se ha ido joven, 90 años, y ha vivido intensamente, y aunque sea ley de vida, una persona así, siempre será echada de menos.


Personajes como Arturo Magni, se dieron a conocer en otra época. Durante décadas fue el cabeza del departamento de carreras de la gloriosa MV Agusta, y hombre de confianza del Conde. Magni era todo un torrente vital, siendo buena persona, excelente técnico, trabajador incansable.... era querido y envidiado por todos. Era una de esas personas tocadas con una gracia, rodeado de un aura especial.

Representaba a esos trabajadores, que después de la gran guerra, tuvieron que empezar de cero para conseguir sus metas. Eran unos tiempos muy difíciles, y mas para hablar de competiciones y lujos extra. Conseguir una hogaza de pan, ya era un éxito en ocasiones.
Sus comienzos fueron como mecánico de aviones, donde aprendió y conoció los materiales ligeros, los ajustes precisos...
Solo los que ganaron dinero en la guerra, como fue el caso del constructor de aviones, el Conde Doménico Agusta, que tenía como afición el motociclismo. La personalidad de Magni no fue ajena al Conde, que vio en el su "alter ego". Se juntaron dos gigantes, y el fruto de la unión no podía ser otro que el éxito. La racha de victorias de MV Agusta fue colosal, aunque bien es cierto que hay que reconocer, que no todo el mundo dispuso e los mismo medios, y en muchas ocasiones, todo aquel que no pilotara una MV era doblado sin misericordia.

Tras la desaparición de la marca MV Agusta en 1976, Arturo Magni se dispuso a fabricar sus propios chasis para las motos de la época, en la que las motos, y no solo las japonesas, comenzaron a tener muchísimo mas motor que chasis. Había casos de algunas que tenía un bastidor cuyos tubos tenían la misma resistencia que el alambre del tapón de una botella de cava. La doble cuna de la que hacían gala, solo tenía la función de evitar que el motor se descolgase y tocara el suelo. Se decía que llegaban a romper elementos de la carrocería, debido  las flexiones del chasis, que el piloto apreciaba perfectamente. A veces, aquellas motos, se empeñaban continuamente en no entrar en ninguna curva, sin ofrecer escalofriantes sacudidas...

Magni fue el buen artesano, ese que hacía bien su trabajo y ofrecía calidad y belleza a partes iguales. El excelente comportamiento de sus chasis, sus limpias soldaduras, la excelente pintura y acabados..... Todo era buen gusto. Su trabajo sirvió para demostrar que se podía llegar mucho mas allá en la fabricación. En toda su vida, en todo aquello que hizo, se entregó en cuerpo y alma, ofreciendo lo mejor de si mismo. Genio y figura.

Se nos ha ido un pedacito de historia, uno de los muy grandes. Que descanse en paz.

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